Así tituló el diario El País la nota que publicó acerca de la “megainfluencer” (sic) Mariana Rodríguez, de 25 años, esposa del recién elegido gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien “ha logrado lo que ningún otro aparato institucional ni político en la historia de México: diseñar a un mandatario a golpe de likes”

Dice la nota que, a diferencia de los candidatos locales, desesperados por seguir sus pasos —sin entender lo más mínimo sobre estas herramientas—, “se movía ya como pez en el agua en las redes sociales, su imagen era capaz de movilizar a miles de seguidores que se transformarían en votantes, entendía la importancia de convertir la candidatura de su esposo en un reality show. Y ha sido Rodríguez, y no García, quien ha llegado para revolucionar la forma de hacer política, y ganar, en México”.

Es evidente que las tecnologías de información apoyan -por medio de las redes sociales- a las campañas políticas, aprovechando la penetración que tienen entre la población votante.

Internet es un gran apoyo para las campañas políticas. Casos como el de Barack Obama en los Estados Unidos, el de Sebastián Piñera en Chile, quienes a través de las redes sociales hicieron intensas campañas de proselitismo. Los usuarios de las redes sociales pasan gran parte de su tiempo interactuando en cada una de ellas. 

La reciente jornada electoral sentó varios antecedentes de lo que podría ocurrir en tres años, cuando se elija nuevamente Presidente de México.

Lo que se ha visto en México es cómo las campañas se han articulado a través de diferentes plataformas, dependiendo de la época. En la de 2006 hubo una campaña de blogs (El Sendero del Peje, por ejemplo), en 2009 YouTube y Facebook; en 2012, sin duda, fue la campaña de Twitter.

En 2015 ya fueron distintas por las campañas de las plataformas digitales en su conjunto. Es decir, las campañas de lo que se llama el ecosistema digital en su conjunto.

Ahora en estas elecciones todas las redes en su conjunto jugaron un papel preponderante (Twitter, Facebook, Youtube, Instagram, Periscope). Al menos 10 de 12 candidatos que resultaron ganadores de una gubernatura en los comicios del domingo 5 de junio, habrían definido su triunfo días antes a la jornada electoral gracias a sus estrategias en redes sociales.

De acuerdo con el Análisis de Candidatos a Gubernatura y Estrategias en Redes Sociales: “Las elecciones que se ganan antes”, de la empresa de marketing digital político GENIO, la audiencia e interacciones logradas en redes sociales habrían “predicho” su triunfo antes del domingo 5 de junio.

El análisis realizado entre los días 6 y 7 de junio tomó en consideración tres elementos importantes: cantidad de audiencia en redes sociales, cantidad de publicaciones realizadas y cantidad de interacciones obtenidas por parte de los usuarios en las publicaciones.

Las campañas políticas son para dar a conocer las propuestas de los candidatos y su trayectoria. Sin embargo, hablando del exitoso manejo de las redes sociales a que se refiere la nota de El País, la estrategia consistió en hacer que los potenciales votantes miraran hacia otro lado, hacia lo banal, hacia lo absurdo. Mariana Rodríguez interpretó, acertadamente, que lo importante no radicaba en las palabras de Samuel García, de 33 años, anunciando los eventos del día, sino en lo divertido, lo disruptivo. El eslogan más repetido de la campaña fue “hay que tumbar la vieja política”. No es que las propuestas de este candidato de Movimiento Ciudadano fueran transgresoras, pero sí lo fue la manera en la que miles de votantes bailaron reguetón con ellos en las calles y cuando ella Mariana lo decidió se rieron de él. “Fosfo, fosfo”, es parte ya del habla popular en el noreste y se debe al día en que Mariana, la influencer, decidió ignorar a su esposo en un vídeo de Instagram para mostrar sus zapatillas de color fluorescente. 

“Minimizar la potencia movilizadora de esta influencer mexicana ha sido un error del que aprenderán los políticos en el futuro, especialmente de cara a las elecciones presidenciales de 2024”, dice la nota de El País.

 La victoria de García le debe más al trabajo de su esposa que cualquier político llegará a reconocer en estos días. Algunos de sus rivales se percataron del riesgo cuando era ya tarde: Mariana Rodríguez fue denunciada por cuatro partidos ante el Instituto Nacional Electoral por sus stories en Instagram, donde mostraba los productos de vendedores locales que le lleva la gente a la campaña. Pedían que fueran considerados gastos de campaña de su esposo y falta que un tribunal decida si detrás de esta nueva estrategia electoral sin regular existió fraude.

Ella le dio magistralmente la vuelta: “Ustedes ya saben que la vieja política tiene semanas duro y dale contra nosotros y pues ahora me tocó a mí…Y aunque estamos dando la batalla jurídica, por lo pronto ya no podré seguir ayudándolos con sus productos, me da mucho coraje, pero ya ven que a esos partidos no les importa lastimar a quien sea y como sea”, remataba en un vídeo de Instagram. El resultado: casi un millón de reproducciones y 3.000 comentarios, en su mayoría, de apoyo. Dice la nota que “la vieja política y las leyes más básicas se dieron de bruces con un escenario desconocido”.

Lo más lamentable es la conclusión del diario, que la ahora denominada “fórmula Mariana Rodríguez”, “revoluciona la forma de hacer política en México”. La política convertida en show y las decisiones de los votantes tomadas por la simpatía que les despiertan los mensajes ridículos de una influencer.