Recientemente estuve en una reunión social conversando con nueve jóvenes y escuchando con especial atención lo que comentaban sobre los anuncios en los medios que ven y escuchan. Lo que dijeron fue preocupante y lo comparto contigo con la idea de que recapacitemos sobre la forma en la que nos comunicamos con ellos.
Coincidieron todos con quien, visiblemente molesto, aseguró: “Estoy harto de que me digan qué ver, qué escuchar, qué comprar. ¿Qué no entienden que no me gusta que me interrumpan cuando estoy navegando o viendo un programa y me avienten un anuncio como pastelazo en la cara?” “Detesto, literal, -dijo una chica- que me interrumpan para venderme a la fuerza porque creen que saben lo que me gusta. Ni veo el anuncio.”
Según dijeron, la razón por la que escuchan Spotify Permium y ven Netflix, por ejemplo, es porque no hay anuncios. Con los algoritmos se puede saber qué les gusta y qué no a los millennials, pero lo realmente importante ¿no será conocer el porqué de ello, la verdadera razón?, ya que sabiendo esto, las marcas podrían conectar mejor con esta generación que no se traga lo que le dan, es muy crítica, selectiva y tienen múltiples opciones para recibir información.
Aunque esta reunión no fue una sesión de grupo, ni tiene validez alguna, lo sé, no era la idea, es un termómetro, un semáforo en rojo. Creo que en estas expresiones espontáneas hay información objetiva y válida. Si los millennials no deseen ver anuncios a la mitad de un artículo, un video o un programa y quisieran bloquearlos, las marcas deberían pensar qué están haciendo mal, ¿no crees?
Compartieron ideas como, por ejemplo: “Si dejaran de gritarme a la cara con sus anuncios, los odio cuando se meten a la fuerza en lo que estoy viendo.” Una más dijo enfáticamente “Yo sí compraría un programa que bloqueara todos los anuncios en internet, ya bastante tengo con la publicidad que veo en la calle todo el día”. Les pregunté si creían que la mayor parte su generación pensaba igual que ellos y aseguraron que sí, que todos su amigos piensan de la misma forma. ¡Glup!
Los millennials no están escuchando a las marcas –según comprendí– y no
lo harán a menos que vean que un servicio o producto los conoce bien, entiende
la razón por la que les gusta o lo rechazan y le ofrezca mejorar su vida, ayudarles.
Si una marca realmente estudia a esta generación y en las pocas oportunidades que tiene para decirle algo, hace uso del copywriting, es altamente probable que los millennials comenzarán a escucharla. La redacción persuasiva se vuelve más crucial que nunca, porque es una técnica que puede comunicarles de manera clara y contundente el cómo y el porqué el producto o servicio mejora sus vidas.
Ahora, como nunca antes, cuando te dirijas a los millennials, cuida a las palabras y ellas cuidarán de tu marca.
Gracias por leer, hasta el próximo miércoles.