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El informe realizado por KPMG detalla que el desarrollo de planes y estrategias de continuidad y recuperación es crucial para garantizar la disponibilidad y sostenibilidad a largo plazo.
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La mayoría de los negocios familiares no sobreviven a la tercera generación. Solo alrededor del 12-15% de las empresas familiares logran llegar a la cuarta generación.
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Alrededor del 30% de las empresas familiares tienen un consejo de administración formal, lo que puede afectar la profesionalización y la toma de decisiones.
En la actualidad, las empresas deben adaptarse rápidamente a tecnologías avanzadas para mantenerse competitivas y responder a las demandas crecientes de la sociedad. Sin embargo, esta rápida adopción tecnológica presenta nuevos desafíos en la gestión de riesgos. Ante este panorama, es crucial desarrollar planes y estrategias de continuidad y recuperación para garantizar la disponibilidad y sostenibilidad empresarial a largo plazo.
La implementación de estos planes es esencial para proteger a las organizaciones contra interrupciones, asegurando la resiliencia operativa y promoviendo el crecimiento continuo. Con el aumento de las amenazas cibernéticas, una estrategia de gestión de riesgos de seguridad bien definida es indispensable. Este enfoque no solo protege la información sensible de posibles brechas y ataques, sino que también preserva la reputación y el cumplimiento legal de la empresa.
De hecho, un estudio reciente de KPMG dio a conocer que la gestión proactiva de riesgos de seguridad permite diseñar arquitecturas tecnológicas que anticipen fallas de servicio debido a factores externos, creando esquemas de alta disponibilidad adaptados a las necesidades específicas del negocio. Realizar un análisis de impacto efectivo dirige los esfuerzos de gestión de riesgos hacia la protección de los procesos críticos, evitando pérdidas financieras significativas y manteniendo la confianza de clientes y partes interesadas.
Para asegurar la operatividad continua de funciones empresariales críticas con interrupciones mínimas, el informe señaló que es indispensable contar con planes de continuidad del negocio (BCP) y recuperación ante desastres (DRP) bien diseñados y actualizados. Estos planes deben incluir estrategias para la restauración de datos, recuperación de sistemas y procedimientos operativos alternativos, asegurando que todos los miembros de la organización comprendan sus roles y responsabilidades durante una crisis.
Además, diversificar los componentes tecnológicos es clave para reducir la dependencia de una sola fuente y mitigar el riesgo de interrupciones operativas generalizadas. Esto implica una distribución estratégica de recursos y servicios tecnológicos en múltiples plataformas, proveedores y ubicaciones geográficas, aumentando así la resiliencia frente a fallos del sistema, ciberataques y dependencia de proveedores.
Este enfoque fortalece la resiliencia organizacional y fomenta la innovación y flexibilidad, permitiendo a las empresas adaptarse a entornos tecnológicos en constante evolución y aprovechar nuevas oportunidades. Es así que, la integración de una gestión de riesgos de seguridad robusta, junto con planes de continuidad del negocio y una diversificación estratégica de TI, forma un marco sólido que no solo protege la integridad operativa y la sostenibilidad de las empresas, sino que también impulsa su capacidad de adaptación y crecimiento en un mercado cada vez más desafiante.