Siempre he pensado que un gobernante al igual que un Chairman Executive Office, llega al poder para dar resultados, hablar con transparencia y armonizar a la sociedad con mensajes de valor para beneficio de todos.

Bob Iger, el CEO de Disney, tenía muy claro el panorama cuando la poderosa junta de esta multinacional del entretenimiento le ofreció por vez primera, el cargo de consejero delegado, mismo que mantuvo por quince años.  Sus tareas se centraban en la rentabilidad del corporativo, la satisfacción de los usuarios y la expansión de la marca. Bob terminó su periodo como alto ejecutivo de la empresa con buenos números, aunque su retiro fue momentáneo pues acaba de regresar debido a las malas decisiones tomadas por su sucesor, Bob Chapek.

Iger, en esta segunda etapa, ha contribuido a que las acciones de Disney repunten teniendo un costo por acción de 88.13 dólares; la empresa está valorada en 407,000 millones de dólares; Disney vende cada día 138 millones de dólares. Vaya cartas credenciales de Bob Iger.

En su primera etapa en los controles de Disney, Iger convenció a los consejeros para adquirir los estudios de animación de Pixar, la empresa de cómics Marvel, y Lucas Film, dueña de los derechos de Star Wars. Toda una rentable expansión.

En el caso que nos ocupa esta semana y para seguir con el símil de la figura del CEO, Gustavo Petro, el actual presidente de Colombia, con  una marcada ideología de izquierda y  a un año de su arribo a la Casa de Nariño, más que resultados  ha tenido retrocesos y un escándalo que lo tiene al borde de una sustitución motivada por los dichos de su propio hijo Nicolás,  que fue detenido y que se aventuró a declarar que la campaña de su padre había recibido financiación irregular.

Es esta la mayor crisis política de Gustavo al frente de Colombia.

Reflexionemos: una nación, cualquiera que usted tenga en mente, elige a un líder gubernamental con la idea de que, con su trabajo, experiencia y visión, le proporcionará al ciudadano satisfactores y políticas públicas atractivas para progresar, al no ser así, en estricto sentido, debe ser relevado del cargo.

No estamos hablando de ideologías y de partidos políticos, nos referimos a la capacidad para gobernar y sacar adelante un país.

Cuando una crisis aborda de manera arrolladora a un estadista, las reformas o políticas públicas diseñadas para el bien de su pueblo pasan a segundo término, pues se debe enfocar en salir del problema y buscar de nuevo la credibilidad de su proyecto político.

Todo lo anterior marca la aparición de una nueva agenda liderada por los otros poderes del país para poder ofrecer gobernabilidad, sin embargo, cualquier discusión alrededor de la reputación de este gobierno reduce cualquier margen de negociación para alianzas y pactos incluido el Congreso colombiano.

El presidente de Colombia ya anunció que su caso tendrá la representación del abogado Mauricio Pava, lo cual indica que el tema escalará.

Los gobiernos requieren de actores políticos serios y profesionales que al igual que los CEO, se enfoquen solo en dar resultados y dejar de lado las ideologías.

Nos encontraremos más adelante.

Federico Torres López.