Por Daniel Granatta
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Algo que me resulta fascinante de Twitter es la gente que habla del mismo Twitter, tanto si lo usan como si no. Ciro Gómez Leyva es un buen ejemplo de estos últimos, como demostró la semana pasada con una columna que levantó ampollas en buena parte de la población twittera mexicana. En ella clamaba, desde su ignorancia supina y reconocida en otra columna de su puño y letra (o tecla) publicada en enero, contra la impunidad que reina en las redes sociales para la propagación de bulos (o hoaxes, en inglés), lo que unido a que “el periodismo ha muerto” (debido a la inseguridad para ejercer la profesión) ocasiona que no haya forma de enterarse realmente de lo que ocurre en el país, qué miedo.
En esa columna de enero encontramos además, la contraposición de su declarada ética periodística frente a las suplantaciones de su identidad y los insultos que la gente (sólo alguna, esperemos) le dedica en Twitterl: “aquí seguiremos: tratando de registrar bien la información, de procesarla bien, de presentarla bien. Haciendo periodismo, pues. Dejémosle la calumnia a los “modernistas” que no dan para otra cosa”.
A uno le da que pensar, porque si alguien que se vanagloria de “registrar, procesar y presentar bien la información” publica columnas aún reconociendo no tener ni idea de lo que habla (según se deduce del: “Tengo una idea muy general sobre las redes sociales y en más de una ocasión he estado tentado a formar parte de ellas. Quizá lo haga más adelante, cuando comprenda mejor de qué se tratan. Mientras tanto, me sigo moviendo en el “viejo” esquema de la prensa escrita, la radio y la televisión. Me sujeto a sus códigos, lógica, ética. Tal vez algún día pueda mentir y adjetivar en Twitter como no es válido y nunca lo ha sido en los ‘viejos medios’”), entonces habrá que ver qué más de aquello de lo que habla ha sido bien registrado, procesado y presentado, según esa formación periodística que él posee y de la que carecemos todos los que utilizamos las redes sociales, que sólo nos dedicamos a mentir y adjetivar.
Esos hoaxes que inundan Twitter, según Ciro (a saber qué timelines frecuenta para encontrar sólo eso, exagerado), son recurrentes en la vida online desde hace mucho tiempo. Alguna vez escribí sobre ello, en mi opinión la gente no usa Facebook, Twitter o YouTube porque Facebook, Twitter o YouTube existan, sino que Facebook, Twitter o YouTube existen porque la gente ya estaba usando así Internet, uso que alguien facilitó y amplificó con esas plataformas. Claro, los hoaxes se publican también en Twitter, pero igualmente llegan por email, msn o por celular. ¿Quién no ha oído hablar del avistamiento del Chupacabras o del Ronald McDonald que cobraba vida? O el más famoso de todos en México, el de la legendaria Banda Sangre, una pandilla que circulaba en coche con las luces apagadas y en sentido contrario, y que perseguían y aniquilaban a toda aquella persona que les diera un fogonazo de alerta con las luces de su automóvil. Todo existía ya mucho antes incluso de que Ciro Gómez Leyva y su “ética” se vieran mancilladas en Twitter por primera vez, malditos irresponsables que causan pánico en toda la población, esos de Twitter. Afortunadamente y desde su atalaya, Ciro pone en orden a todos. Pero Ciro, ten algo por seguro, la gente ya opinaba eso de ti antes de Twitter, la única diferencia es que ahora te enteras; qué magnífica oportunidad tienes para demostrarles equivocados.
Un par de días después, una noticia relata cómo los senadores mexicanos pretenden aprobar una nueva ley por la cual se puede deducir fiscalmente el importe de pago de un rescate en caso de secuestro. Más allá de lo bizarro de imaginar a alguien dándole su RFC a un secuestrador para que éste le expida una factura, entre varias de las cosas que sugirió León hace un par de días en su columna, uno podría pensar que la noticia era otro hoax, así como todo lo leído en Twitter por Ciro. Pero resulta que es real como la vida misma, y así, mientras los políticos del país agotan cada día un poco más nuestra capacidad de sorpresa, los irresponsables resulta que son los que publican en Twitter, y no los senadores, que parece ser que estos últimos no causan pánico.
Yo en lo personal tengo un problema de forma con la prensa de México: el formato de sus periódicos. En España leía no menos de tres periódicos diarios, y aquí en México lo he intentado, pero lo siento, no soy capaz. ¿Alguno de ustedes ha tratado de leer un periódico de los llamados “generalistas” en un avión? Dice la leyenda (no confirmada) que si uno lo consigue, alguien del Cirque du Soleil le estará esperando al aterrizar con un contrato garantizado para ser contorsionista. Además, muchos de esos periódicos vienen divididos por secciones, lo que genera un fast-forward mental para el lector, que al final acude simplemente al suplemento que contiene lo que busca (deportes, economía, espectáculos, etc.) en vez de hojear el periódico de principio a fin topándose con distintos contenidos de su mayor o menor interés.
Pero sobre todo, tengo un problema de fondo, el que muchos de los llamados periodistas “influyentes” piensen que lo importante son ellos mismos y no las noticias u opiniones que nos proveen. Se ven a sí mismos como el mensaje cuando en realidad son sólo el medio. Y por eso, y no por otra cosa, el periodismo, tal como ellos lo entienden (parece que como propiedad de una casta se muere. Pero en realidad no se muere, está más vivo que nunca, y lo único que muere es la “influencia” de gente que habla y habla sin sustancia, buscando conservar una reputación que se ganaron por salir en tv o escribir en un periódico, y que ahora, cuando el mundo se vuelve loco y digital son incapaces de sostener porque esa insustancialidad de la que hacen gala se manifiesta de forma cruda, acelerada y notoria.
Hagan la prueba, piensen que algunos pretendidamente profundos artículos de opinión (como los de Ciro o López Dóriga hablando de la relación entre redes sociales y secuestro -parece ser que esto tampoco causa pánico-) estuvieran redactados por, digamos, su prima Jacinta, en vez de por algún periodista “famoso”, y si no le darían tanta importancia narrado por sus primas entonces quizá no hay tanto de donde rascar en dichos artículos. Por eso Twitter es tan interesante, porque la relevancia procede del contenido que cada cual proporciona, dejando a la plataforma únicamente como el medio que da el soporte para ello.
Si son periodistas, sean relevantes, háganse escuchar y hagan saber que lo que investigan y escriben tiene sustancia, y contexto, y huevos, en vez de hablar de tanta ética y tanta mandanga corporativa, que al final es la excusa para no hablar de los verdaderos problemas que asolan al país. Y así les seguiremos leyendo allá donde vayan: papel, Twitter, blogs, iPads o versiones experimentales de cualquier tipo de publicación.
Pero no, es más cómodo hablar de la selección de fútbol, de lo que dice Aguirre o… de lo mala que es la desinformación que ocasiona Twitter… y para este tipo de dobles varas de medir periodísticas se me hace más honesta la propuesta de diarios como el Alarma, Calibre 57 o cualquier periódico de sucesos de los que están llenas las capitales del país; lo que ves es lo que hay, mujeres de pechos enormes, sucesos locales irreales y titulares geniales, sin trampa ni cartón ni discursos para la galería de la dignidad periodística. Y prefiero leer Mexico City News o incluso acudir a géneros como el corrido, cuya leyenda de que narra los acaeceres del país podría resultar finalmente cierta, y además de forma mucho más ilustrada y entretenida (con explicación incluida):
A estas alturas no tiene sentido seguir dándole la espalda a una realidad que implica que nadie ve Lost por televisión, sino descargado de Internet, que si Radioactivo siguiera al aire ya nadie la escucharía en la radio, sino vía podcast, y así sucesivamente. Si los periodistas siguen con sus tonteras clasistas en vez de haciendo contenidos relevantes, terminarán trabajando en medios que tendrán que pagar para que la gente los lea, algo que como modelo de negocio es original, pero quizá de poco recorrido. Es absurdo erigirse en salvadores de la patria y de la profesión escribiendo sobre fútbol y Twitter en vez de sobre corrupciones, secuestros o monopolios. O igual sí escriben sobre ello, pero de forma tan inocua y superficial (por el motivo que sea) que a nadie le importa. Si el promedio de libros leídos en México al año es de 0.6 por persona no crean que los periódicos se leen mucho más.
Sean relevantes porque si no, son sólo parte del ruido del que somos parte todos los demás. Y si no pueden ser relevantes, al menos sean discretos y únanse, porque aunque de vez en cuando se nos cuele algún loco escribiendo tonterías, somos gente que le da la bienvenida a todo aquel que llega a aportar en positivo. Igual aprenden algo. De verdad.