Existe dentro del mundo de la comunicación y el periodismo una poco difundida pero efectiva forma de clasificar a los públicos consumidores de información: los que pertenecen al círculo rojo y aquellos que están dentro del círculo verde. En seguida explicaré las características de estos dos sectores y qué tipo de comunicación será la más efectiva para cautivarlos.
Cada que en nuestro país atravesamos una temporada electoral, algunos investigadores y analistas emplean la clasificación del círculo rojo y verde para identificar de qué manera vota la ciudadanía. Hablamos de un grupo de personas que deciden su voto de manera plenamente informada (círculo rojo) y aquellos que emiten su voto con base en información limitada y de manera perceptiva.
Tanto a la hora de elegir a su próximo gobernante, como para todas las decisiones de sus vidas (por más importantes o banales que sean), los pertenecientes al círculo rojo tienen características bien definidas: tienen la capacidad de distinguir entre la información de calidad y los datos escandalosos, pero poco valiosos. No se limitan con lo primero que leen o escuchan para forjar su juicio, sino que acostumbran consultar diversas fuentes, contrastar datos y demostrar gran espíritu de duda y cuestionamiento a todo lo que les presentan como verdad absoluta.
Por otro lado, se encuentra el grupo de personas que pertenecen al círculo verde. Este grupo poblacional no suele tener como prioridad el alimentarse con información de calidad y más bien, son consumidores de grandes cantidades de información que arrojan los medios de comunicación (televisión, sobre todo) y las redes sociales, por lo que difícilmente suelen cuestionar cuando los datos que reciben son fake news.
Como es de esperarse, diversos factores hacen que la mayoría de la población mexicana pertenezca al círculo verde, y sólo una minoría al privilegiado círculo rojo. De acuerdo con algunos analistas y con encuestas al respecto, la diferencia poco tiene que ver con una división derivada de los niveles socioeconómicos, por lo que es muy fácil encontrar a personas pobremente informadas en los NSE AB+ y lo opuesto con los niveles C y D.
De acuerdo con la encuesta sobre Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México, publicada por el INEGI, los habitantes de este país tienen más interés en información derivada de los deportes que en temas políticos y de ciencia y tecnología.
Según el sondeo, el 42.9 por ciento de los mexicanos no tiene interés alguno en temas relacionados con la política, mientras que el 38.5% dijo tener un “grande o muy grande” interés por temas deportivos. Asimismo, la encuesta muestra que sólo el 8.4 por ciento de los habitantes de las zonas urbanas tienen un interés muy grande en el desarrollo tecnológico y descubrimientos científicos.
Por esto, es necesario conocer no sólo a qué segmento del mercado pertenece nuestro público objetivo, sino también en qué círculo se encuentra. Pero ¿cómo aprovechar esta clasificación una vez que conozco a qué tipo de círculo pertenece el público objetivo de mi marca?
De inicio, es importante conocer que este tipo de clasificación también se inclina a que el círculo rojo engloba a los que toman decisiones no sólo dentro de los corporativo, sino dentro de la vida pública, es decir, políticos, miembros del sistema judicial, empresarios, economistas, líderes sindicales y periodistas.
Bajo este esquema, resulta necesario que tomemos en cuenta que el círculo rojo no sólo tiene la capacidad de diferenciar entre la información valiosa de la propaganda y la publicidad. Por ello, los métodos de atracción y penetración ante este tipo de población deberán ir acorde con un nivel intelectual relativamente elevado.
Para cautivar a un círculo verde debemos optar por estrategias ligadas a la obtención de grandes beneficios por poco y a la percepción de que, con su compra, están alcanzando el nivel de vida que siempre han deseado. En las personas de este círculo impactan más las ofertas y promociones que una compra razonada.
Por otro lado, el círculo rojo siempre cuestionará la forma en que pretendemos ofrecerle nuestros productos o servicios, pues recordemos que tienen la valiosa capacidad de cuestionarlo todo, de investigar hasta las últimas consecuencias si lo que le presentamos como bondades de marca realmente son lo que dicen ser.
Así, al círculo rojo se le tiene que hablar con honestidad y buscar seducirlos apelando a que al elegir a nuestra marca habrán agotado todas las alternativas, a sabiendas que su elección será la más acertada tras un trabajo de investigación que habrá de determinar que nuestra marca es la más adecuada para sus necesidades.