• Solo 13 por ciento de los colaboradores creen que hay una comunicación interna efectiva 

• Tres cuartas partes se quedaría más en su empresa con un mejor flujo de información

• Uno en tres empleados deben esperar  un trimestre para retroalimentación de sus jefes

Hay varios factores que contribuyen al éxito de las compañías. La gestión de la imagen y reputación de las empresas, a través de canales como las redes sociales, es una de las más importantes. También se debe de tomar en cuenta elementos como la expansión estratégica de los negocios, en especial a nuevas fronteras. Incluso se podría mencionar el papel de los roles de liderazgo. Pero hay un factor que suele pasarse por alto: la comunicación interna.

Notas relacionadas

• Tendencias de comunicación que debes conocer
• La ética, el fundamento de la comunicación
• Marketing y comunicación, similitudes y convergencias

Casi todos los negocios dominan (hasta cierto punto) la comunicación externa. Pero en cifras de Bonfyre, una quinta parte de las marcas aceptan no tener un plan estricto para transmitir y recibir información de su personal. Por su parte, Enplug dice que la participación en sistemas intranet está en mínimos históricos. A eso se le debe sumar que, según H&H, casi la mitad de los empleados aseguran que no existe una visión muy clara desde la cima de la organización.

Pero la comunicación interna va más allá de transmitir ideas de negocio y metas para los próximos trimestres. Implica empapar a toda la estructura de la organización de los valores y principios que se esperan de la empresa. Y también, poder tener una buen retroalimentación entre la cima y la base de las compañías. De lo contrario, las marcas pueden arriesgarse a varios problemas. Según Smarp, hay cinco retos comunes si no existe una buena estructura:

Sin comunicación interna, los colaboradores pueden volverse inquietos

Cuando la cima de la compañía transmite sus ideales y metas al resto de su personal, no solo es algo informativo. También tiene varias connotaciones motivacionales. Le permite a cada uno de los individuos en la organización saber que hay un plan a futuro y qué es lo que se espera de él. Si no existe ningún tipo de interacción desde arriba, la gente puede creer que se está navegando a la deriva. Esto tiene efectos importantes en la moral y seguridad general.

La productividad puede verse afectada

Pero así como la información tiene un uso motivacional, también tiene un elemento práctico. Los datos permiten a las personas tener las herramientas necesarias para llevar a cabo su trabajo. Si no existe una comunicación clara desde la cima, mucho del tiempo que se invierte en la jornada diaria será gastado en recuperar aquellas piezas clave para las labores. Y claro que esta situación tendrá un efecto en qué tan rápido se puedan completar las actividades.

Sin comunicación, se desploma la confianza en la marca

No hay mejores embajadores para una empresa que sus mismos empleados. Aquellos que viven y respiran la cultura organizacional de primera mano, y están contentos con ella, serán los primeros en salir a defenderla de los críticos. Pero si no hay un contacto directo entre la base de la corporación y sus colaboradores, se puede generar un entorno de desconfianza. Uno que termina por salir y afectar la imagen de la compañía a ojos de agentes externos.

Puede dar lugar a desinformación

Incluso si no existe un plan de comunicación interna establecido, no significa que el personal no esté en contacto con agentes externos. Familiares, amigos y otras gente podría entrar en contacto con los colaboradores en algún punto, con dudas sobre el funcionamiento interno de la empresa. Sin datos de primera mano, se puede dar lugar a rumores y chismes. Sobra decir que este tipo de información no siempre es correcta, además que es muy difícil de detener.

La falta de comunicación provoca alta rotación laboral

Toda esta lista de desventajas termina por crear un ambiente de trabajo negativo y frustrante. La gente no tiende a soportar este tipo de entornos por mucho tiempo. En especial cuando se trata del talento realmente valioso para las actividades de la compañía. Así pues, tarde o temprano la gente empieza a renunciar, generando importantes pérdidas para la empresa. Sin contar, por supuesto, los costos de un constante proceso de re-entrenamiento y adaptación.