China es la segunda potencia comercial del mundo, está en el top 3 de las naciones más poderosas en cuanto a la fuerza militar y, ahora, es una de las mejor posicionadas en la carrera espacial del siglo 21.
Esto es un dolor de cabeza más para los Estados Unidos, que, al menos en ese segmento de mercado, tenĂa todo controlado desde la caĂda de la UniĂłn SoviĂ©tica.
De la mano de la Nasa, las siglas de National Aeronautics and Space Administration, ha sido lĂder en todos los desarrollos espaciales de las Ăşltimas tres dĂ©cadas.
Sin embargo, Xi Jinping tambiĂ©n está dispuesto a dar batalla en ese nicho de “mercado geopolĂtico”, y cuando China se pone algo en la cabeza, en general, lo logra.
La Ăşltima novedad en este sentido es el envĂo de los primeros astronautas a su estaciĂłn espacial este jueves 17 de junio, dando un paso más que significativo para tratar de sumar market share en el “mercado estelar”.
Según se conoció oficialmente por parte de los medios chicos, el cohete transportó a tres astronautas hacia la órbita de la Tierra, donde se acopló con la estación espacial que está en construcción.
El lanzamiento, segĂşn los funcionarios chinos, fue un “Ă©xito total” y marca la primera vez en cinco años que China envĂa una misiĂłn tripulada al espacio.
“Como en 1960”
La aceleraciĂłn de China en esta carrera es previa al coronavirus y ya la conocĂa el ex presidente estadounidense, Donald Trump.
Mike Pence, ex vicepresidente del magnate republicado, lo dijo muy claramente hace dos años: “Estamos en una carrera espacial idéntica a la de la década de 1960, y lo que está en juego ahora es aún mayor”.
Las palabras fueron vertidas en la misma Nasa, cuando anunciĂł que la agencia financiada con fondos estatales y privados avanzarĂa en un intento de regresar a la Luna para 2024.
Este es un proyecto que la administraciĂłn de Joe Biden no cancelĂł.
Que Biden no decida cambiar de idea tiene relaciĂłn con que China se convirtiĂł en 2019 en la primera naciĂłn en aterrizar una nave espacial no tripulada en el lado “oscuro” de la Luna.
En ese momento, Pence describiĂł el hecho como “un intento por apoderarse de un terreno estratĂ©gico lunar que está más elevado”, con la idea de “convertirse en la potencia espacial más importante del mundo”.
China llegó mucho más tarde al espacio que Estados Unidos y la URSS. Fue en 2003, cuatro décadas después de las grandes potencias del siglo pasado. Sin embargo, desde entonces, su crecimiento ha sido meteórico.
Ahora está terminando de ensamblar su estación Tianhe y tiene todo listo para alojar astronautas por varios meses. En mayo, se unió al módulo una nave espacial de carga con equipos, propulsores y alimentos.
Los tres astronautas que viajaron ahora y su nave espacial (Shenzhou 12) pasarán tres meses probando los sistemas de soporte vital, realizarán experimentos y prepararán todo para luego acoplar dos módulos más en 2022.
China espera llevar a cabo 12 misiones espaciales en lo que queda de 2021 y hasta diciembre del año que viene, todo un rĂ©cord para cualquier paĂs.
Cambio de escenario
La Nasa tiene problemas, no de marca (el prestigio la ubica entre las más importantes del mundo), pero sà de financiamiento, ya que la mayor parte de sus fondos proviene del Gobierno y la situación es complicada. Más ahora con el impacto de la pandemia.
La tendencia mundial (con la excepciĂłn de China) apunta en un sentido diferente: los emprendimientos privados.
Los satélites se están volviendo cada vez más pequeños y su construcción más barata que hace algunas décadas. De hecho, ya hay casi 1.400 en órbita.
Esto ha dado lugar a que un grupo de empresas prometa “acceso al espacio” con innovaciones inĂ©ditas, como cohetes reutilizables y sistemas horizontales de lanzamiento.
En esa carrera paralela están Elon Musk (SpaceX) y Jeff Bezos (Blue Origin).