La estrategia de control social que existe en China tendrĆ” un capĆtulo mĆ”s, y grave, cuando desde el 1 de octubre comiencen a regir nuevas normas que regulan la participación en las redes sociales.
Desde esa fecha, āla participación anónima estarĆ” completamente prohibida, y los proveedores de cualquier tipo de servicio deberĆ”n impedirla y retener todos los datos de quienes la intenten llevar a cabo. Toda participación en la red deberĆ” estar vinculada a una identidad real y verificableā, dice Enrique Dans, profesor en la IE Business School y especialista en la materia.
Hasta ahora, redes y servicios de mensajerĆa como Weibo y WeChat tenĆan la obligación de parte de las autoridades de aceptar sólo nombres reales en sus foros (la misma norma que la de los registros de telefonĆa móvil), pero ahora esa legislación se extenderĆ” a otras plataformas, como Tieba (de Baidu) y el resto de las redes, no importa el tamaƱo ni el volumen de adherentes.
ĀæQuĆ© pasarĆ” si se violan las normas? La ley explicita que considerarĆ” a las compaƱĆas responsables por su posible incumplimiento.
Estas normas se sumarĆ”n a las ya existente āprohibición del uso de redes privadas virtuales (VPN)ā, a la orden de āretirar e impedir el uso de todas las herramientas que sirvan para preservar el anonimatoā y a la āobligación de las compaƱĆas de cloud computing de almacenar todos sus contenidos en el paĆsā, explica Dans.
El mayor problema de las restricciones al anonimato no es esa disposición en sĆ, sino que, en paralelo, la Cyberspace Administration of China (CAC) pena todo tipo de comentarios en las redes. Por ejemplo, toda manifestación de oposición a los principios de la constitución del paĆs, o lo que las autoridades consideren que ponga en peligro la seguridad nacional. TambiĆ©n ādaƱar el honor o los intereses nacionalesā o āincitar al odio nacionalā. ĀæQuiĆ©n decide quĆ© estĆ” bien y quĆ© estĆ” mal? El Gobierno, claro.
QuiƩnes siguen
No estĆ” claro si la modalidad que aplica China serĆ” usada por otros paĆses de occidente. A priori, parece que serĆa imposible en los mismos tĆ©rminos que el paĆs asiĆ”tico, acostumbrado al control en todos los órdenes de la vida.
Sin embargo, el fin del anonimato como tal, sin el tema de la censura a los comentarios, es advertido por muchos como un camino necesario en el avance en la transparencia de la red y como solución a muchos de sus problemas. Si no se puede andar por la calle siendo un NN, Āæpor quĆ© se podrĆa estar hablando, comentando e interviniendo āagresivamenteā en la red sin pagar las consecuencias por estar en el completo anonimato?
La pregunta estÔ planteada desde hace tiempo y, por ahora, ningún Gobierno de las democracias occidentales se ha animado a dar el puntapié inicial. Sin embargo, estÔ en la agenda de muchas.
La serie de atentados recientes, sumado a los delitos de acoso cibernƩtico (que crecen sin freno), ponen en jaque a los defensores del anonimato en las redes tal y como hoy lo conocemos.