Todos vivimos, de una forma o de otra, en el mundo digital. Unos más que otros pues éstos (los que si están metidos) se encuentran inmersos en las redes sociales y/o en las redes profesionales. Muchos, son tan sociales o tan necesitados, que se encuentran hasta el copete siguiendo o siendo seguidos por alguien. Todos ellos están en el gran coloide de las redes sociales.
Lo que es yo, desde hace años, estoy medio desaparecido de las redes sociales-sociales, (no profesionales) o al menos eso creo. Bueno, lo que sí es seguro es que ya no me encuentro (o no me encuentras) en Facebook (he de agregar que me costó trabajo salir del tema Facebook pero, al fin lo logré, al menos en parte). Has de saber que como catedrático universitario en USA y MX, fui de los primeros en abrazar el concepto debido a mi cátedra, mis alumnos, el campus, mis eventos y mis CAUSAS (hablaremos mas adelante de esto).
A lo largo de mi vida reciente, he estado enfrentando un buen número de desavenencias por argumentos y contra-posturas cuasi-violentas con amigos, conocidos y colegas sobre la utilidad de las redes sociales en el mundo real y/o profesional, no en el digital. Sobre todo, argumentos en post y en contra de la utilidad del omnipresente Facebook. Mis recursos de discusión siempre han orbitado sobre estos sustantivos: “la utilidad o la inutilidad” de la publicación y comunicación vía Facebook. Pero, y lo digo con tristeza, me he encontrado de frente a un muro de argumentaciones en contra que me han derribado: “Hay mas adeptos que detractores”.
La verdad, yo no he hecho la tarea, esa tarea que un columnista profesional debería de hacer: analizar a fondo la utilidad de un medio (científicamente) haciendo y proponiendo reactivos encuestables y aplicables poblacionalmente sobre temas tales como… ¿Qué tanto ha cambiado tu vida social para bien y como resultado de tus “posteos” en el muro de Facebook?” O, ¿Qué tanto a crecido tu grupo de amigos reales gracias a tus comentarios e incidencias en el mismo medio social? Y sobre todo Y ESTA ES LA RAZÓN DE ESTA COLUMNA, ¿Qué tanto has cambiado al mundo con tus causas apoyadas?.
¡Hurra por ustedes! Queridos detractores que leen esta columna, no tengo justificación y carezco de estadística para sustentar mi teoría de que… Nada realmente pasa por estar activo en Facebook.
LAS CAUSAS QUE NO CANSAN
Entre las muchas cosas que una plataforma de redes sociales como Facebook nos ofrece, es el ayudarnos a sentirnos mejor con nosotros mismos por vía de postear causas “apoyando” iniciativas sociales gratuitas y no comprometedoras. Esa ventana (con muro y todo) hacia nuestros “friends”, nos ayuda a publicar (replicando) frases con mensaje preconcebidas (clichés) que abrigan causas de moda mismas que nos “decoran” asociándonos a otras personalidades del mundo del espectáculo y la socilité.
Las dichosas causas, son de toda naturaleza: salvar ballenas, cambiar el clima mundial, alimentar cocodrilos del amazonas, salvar la biosfera, detener el animalocidio japonés del atún y la ballena, el salvamento de tal o cual arrecife o, el paro de la construcción de tal o cual parque temático destructor de la fauna y flora de un sitio, etc etc y más que etcétera. Lo adictivo de estas causas por vía de las redes sociales es que, no tenemos más que publicarlas, hacer click y YA, todo quedó solucionado y… a otra cosa (o causa).
Cuando apoyamos causas en las redes sociales, no hay sudor o temor pues NO tenemos que afiliarnos a “Greenpeace” y ser activistas sociales trepados en un barco en la antártica. No nos vemos forzados a pagar una membresía de apoyo a “Doctores sin Fronteras” o vacunar niños en Bangladesh o marchar al rayo del inclemente sol por las arterias principales de nuestras ciudades para demandar el cierre de tal o cual centro o la implantación de tal o cual iniciativa. Estas causas, no cansan, no cuestan, no nos hacen sudar.
Las causas que apoyamos por las redes sociales, nos generar el espejismo de “ganarnos un pedazo de cielo” sintiéndonos mejor con nosotros mismos por vía de supuestamente mejorar la imagen que los otros tienen de nosotros. Lo peor del caso es que, la mala publicidad, hace uso, abuso y alarde de este recurso para hacerte creer lo mismo y… todo, vía las mismas redes sociales.
Yo abandoné las redes sociales no profesionales por encontrarme harto de recibir causas de toda naturaleza provenientes de “friends” que, a su vez, las recibían, encarpetaban y las reenviaban para lograr ese estado de falso bienestar. YA NI LA CAUSAN DE VERDAD.
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