
Lentamente la sociedad a adoptado una suerte de apertura natural a la participación integrada con los jóvenes. No sólo son rebeldes, o altruistas de causas perdidas. Muchos están soñando y muy alto. Organizaciones como #a FavordeloMejor lo saben y quieren potenciarlos
El 19 de septiembre, un par de jóvenes que viajaban en el metro al parecer comentaban, sin miedo a ser escuchados, su visión respecto al conflicto magisterial. Era una conversación tranquila, una manifestación pura de su derecho a expresión. Intentaron ser reprimidos, pero la gente habló y grabó.
Nos hemos acostumbrado a creer que la tecnología avanza con nosotros, es decir, nos escucha y entrega lo que interpreta de nuestras conversaciones, pero ¿realmente está caminado a la par de lo que pensamos?. Me resulta un poco difícil creer que los “combos tecnológicos” que vienen asociados al lanzamiento de cualquier nuevo gadget son las únicas opciones disponibles. Hay mucha gente que piensa lo mismo, y está cambiando las cosas.
México es el décimo país a nivel mundial que más horas semanales dedica a redes sociales. Con 7.2 horas promedio, el país es sólo un ejemplo latinoamericano de la adicción frenética que la nueva sociedad digital clama por estar en todo y comentarlo todo. Y yo no soy la excepción.
Con sociedades cada vez más segmentadas y con necesidades cada vez más específicas, la co-creación de aplicaciones es un tema fundamental al momento de pensar en innovación y futuro. Si bien existen muchas que destacan más por su inutilidad, otras por su parte están soluciondo el día a día de las personas.
El modelo actual de integración comunicacional está viviendo una de sus peores crisis, impulsada probablemente por un sin fin de factores, cual de todos más personales y justificados.
Hoy estamos sometidos a un ambiente donde los consumidores luego de ver 1000 veces nuestro anuncio y compartirlo con sus amigos cuando llegan a la tienda, compran otra marca. Son muchos factores, cada uno con diferentes génesis ya que las distracciones del shopper son muy conocidas, y no se vinculan sólo con estímulos publicitarios, si no que también con su propia rutina.
Las necesidades comunicacionales que la guerra civil estadounidense trajo consigo, casi 150 años después cambiaron de forma radical la manera en que hoy la información llega al público.
Con más herramientas disponibles que capacidad de administrarlas, hoy la reputación digital puede ser medida de diversas formas y con objetivos cada vez más desafiantes.
No existe, no la busquen, no pierdan tiempo. Pero cuidado, por que lo que sí encontrarán serán cientos de embaucadores dispuestos a todo para conseguir hasta su alma con tal de venderles “la campaña de sus sueños”, que romperá con creces todos los objetivos propuestos hasta el infinito y más allá.
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