
Mientras media humanidad, actuando como robots, abriĂł sus perfiles en Papá Facebook para comunicarse con los demás -casi Ăşnicamente a travĂ©s de esta vĂa- y para hacerle saber al resto lo felices que son, siempre se ha sabido que la red social se lucra con nosotros. Claro, Papá Facebook es la caja de pandora de la mercadotecnia más grande y prĂłspera del mundo. Sin mover un dedo, millones estamos inscritos en sus filas, abriendo nuestras vidas privadas, me refiero incluso a que develamos quiĂ©nes somos, quĂ© nos gusta y quĂ© no, quĂ© pensamos, etc.
Las nuevas formas de la economĂa, que surgen con modelos como el de Uber, están cada vez más desconectadas de la formalidad de las compañĂas tradicionales, aunque están basadas esencialmente en la conexiĂłn, sĂ, Ă©sta es su columna vertebral. Estas nuevas formas de trabajar y producir dinero se han convertido, además en tema clave de debate en el mundo, con posturas muy encontradas.
SĂ, es cierto. Quizás nunca hemos sido tan nosotros mismos que cuando estamos con los ojos puestos en las pantallas-pantallitas. La relaciĂłn con Internet puede ser tan Ăntima que, sin planearlo, allĂ se evidencian nuestros intereses, fobias, miedos, preocupaciones, obsesiones, complejos, perversiones e ilusiones.
Hay noticias de noticias. Importantes, tontas, irrelevantes por completo, morbosas, angustiosas… Bueno, pues esta es ¡fantástica! El artista Nickolay Lamm diseñó una nueva barbie, lo sensacional es que se trata de una muñeca con las medidas promedio de una chica de 19 años. ¡Por fin! Y lo mejor de todo es que después de una campaña de Crowdfunding, este señor recolectó cerca de 100 mil dólares para producirla. Gracias, gracias, gracias Lamm.
Este mes en Irlanda y España, ya están en prueba las nuevas reacciones emocionales de Facebook. Nuestra matriz de la vida digital finalmente cae en la cuenta de que “me gusta” es una postura “un tanto” restringida, digo, dentro de la enorme gama de sensaciones que van y vienen dentro de los humanos. Ahora están experimentando con reacciones negativas como “me entristece”, “me asombra”, “me enfada”, además de complementos al desabrido “me gusta” como “me encanta” o “me divierte”.
Y pues sĂ, la arremetida tecnolĂłgica y digital ha dado tal vuelco a nuestras vidas que el mercado empieza a reaccionar con nuevos servicios y ofertas que evidencian y surgen para suplir necesidades más profundas, sĂ, esos baches que la humanidad va a pagar muy caro mañana. Eso de haber convertido parte de nosotros en robots de las pantallitas nos está saliendo bien costoso en tĂ©rminos del alma.
ÂżCuántos de nosotros no hemos vivido alguna experiencia en donde los colaboradores de una empresa proyectan lo mal que se llevan, se comunican entre ellos con malas palabras, se tratan sin cortesĂa o incluso se reĂşnen frente al cliente para criticar y juzgar a sus demás compañeros, jefes o hasta clientes?
Hace apenas una dĂ©cadas nadie se habrĂa imaginado que iba a existir una enciclopedia-cerebro-archivo infinito al cual podrĂamos acceder para buscar la informaciĂłn que necesitáramos al instante. La verdad es que si nos detenemos a pensarlo, es alucinante lo que sucede hoy con los datos y el conocimiento.
Esta mujer en un metro en China tuvo una espantosa crisis de nomofobia. Parece risible el suceso pero, la verdad, es el reflejo del precipicio al que quizás vamos a caer todos. Vamos de una vez a las confesiones. Ya, sĂ, con tristeza me declaro nomofĂłbica. Todo empezĂł el otro dĂa cuando salĂ del teatro y me di cuenta que mi “querido celular” era un inservible pedazo de plástico negro. Sin baterĂa.
Se siente alivio ver en las pequeñas acciones cĂłmo todos podemos educar a la mercadotecnia, es decir, cĂłmo un solo post es capaz de mover posturas. En este caso se trata de un post que además de posturas, moviĂł maniquĂes de mujeres esquelĂ©ticas de una tienda de ropa llamada Topshop en el Reino Unido.
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