
Y siguiendo la línea de imaginarnos el futuro, sí, cómo serán muchas cosas en 30 años, me encuentro con uno de los expertos en tecnología y futurólogo más importante de estos tiempos: Ian Pearson. Este personaje fantástico nos habla de 10 cosas locas que vamos a tener o a vivir en unas décadas.
– ¿Si sabes que hace tiempo había gente que planeaba tus viajes y gestionaban tus tiquetes? También existían personas que atendían las cajas de los bancos y los supermercados, les decían cajeros. Pero sobre todo tu abuelo contaba de algunos locales donde la gente llevaba sus rollos de fotos para que los revelaran.
Hace unos meses, alguien que sabe muchas cosas –que siempre lee, investiga y se pregunta- estuvo intentando explicarme qué era una impresión en 3D. Cuando digo intentando explicarme, me refiero más bien a que yo estuve intentando entender sus explicaciones pero mi estructura mental de “impresión plana”, muy “picapiedra”, me hacía trampa cuando yo intentaba imaginarme aquello de imprimir en volumen. ¿Cómo? ¿Vamos a imprimir floreros, zapatos, cosas? No puede ser…
Me caen tan gordas las ‘selfies’ que quizás yo también deba tener un problema, y tan grave como lo tienen los adictos a ellas. Pero bueno, lo cierto es que ahora también hay tipologías de ‘selfies’. Está todo categorizándose cada día más, ya nada simplemente es y punto
A propósito de la reunión que acaba de terminar en Brasil para discutir la gobernanza de Internet en el mundo, les comparto reflexiones y cuestionamientos que me asaltaron tras pensar en que estamos siendo parte de un cambio trascendental para la humanidad. No podemos calcular la importancia de esta reunión, y de que se haya hecho en América Latina, en línea con el propósito de que Internet deje de ser controlado únicamente por Estados Unidos –me refiero al gobierno de ese país- y se convierta cada vez más en un bien de la humanidad. Bueno, o un mal, pero de todos.
Confieso que me causa curiosidad y hasta preocupación cuando veo a algunos amigos tomándose fotos a sí mismos, más aún cuando lo hacen repetida e insistentemente. Pero cuando las suben a las redes sociales si terminó por espantarme, y más cuando no es una foto de vez en cuando. Me preguntaba qué interés pueden tener los demás de ver fotos y fotos de uno, en la calle, sonriendo, en pose sexy, riendo, en la cama, en la ducha, en la alberca, en la…
Unas cuantas veces lo intenté, no quise quedarme atrás, me tomé una que otra foto y, la verdad, no soy nada fotogénica, además de que me gana la certeza de que nadie quiere ver fotos de mi sola, ¿para qué? Así como a nadie le interesa si desayuné un licuado, si me corté las uñas, si se acabó la leche de mi nevera, si me duele la cabeza o si amanecí triste.
Como lo he dicho siempre, y aunque me tachen de exagerada (aunque sí lo soy), la existencia digital nos ha multiplicado las dificultades de la vida en dos, y bueno, quizás también algunas de las cosas chéveres. Pensaba el otro día en una amiga que murió hace como un año y aún hoy me llegan las notificaciones para que la felicite por su cumpleaños y tengo la posibilidad de entrar a ver su perfil, en cuyo muro la gente todavía le dice que la quiere, extraña y esas cosas.
Confieso que he estado consternada por la desaparición del avión de Aerolíneas de Malasia. Durante estos días, apenas abro los ojos, me clavo a investigar en qué van las búsquedas.
Tanto hablar de whatsapp, de Facebook, de nuevas aplicaciones, de relaciones rotas por la virtualidad, de lo adictos que somos a las nuevas comunicaciones, de
Yo en pánico de nuevo por las censuras de Facebook a sus usuarios. Deciden lo que está bien o mal postear, cuando se aceptan ciertos
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