Desde su asignación como sede, casi todas las historias preliminares han sido adversas: derechos humanos, corrupción, retrasos y problemas de infraestructura, en un país sin tradición futbolística, con una incipiente liga profesional y una selección que debutará en un mundial.
No está claro cómo afectarán las polémicas extradeportivas al equipo. Catar se ha enfrentado al escrutinio por las condiciones de cientos de miles de trabajadores migrantes reclutados para construir la infraestructura. Dinamarca tiene previsto jugar con camisetas de protesta, ocultando el nombre y el logo de su patrocinador, Hummel, con una tira negra, lo que la marca de ropa describió como el “color del luto” y agregó en un post en redes sociales: “Apoyamos a la selección danesa en todo momento, pero eso no es lo mismo que apoyar a Catar como nación anfitriona”.
La crítica de Hummel no fue la primera, ni será la última; a medida que se acerque el torneo, vendrán más. Pero la respuesta de Catar parece demostrar un cambio en su táctica de comunicación. En el pasado, los cataríes a menudo reaccionaban con lentitud ante tales críticas. Sin embargo, a las pocas horas de que Hummel expresara sus preocupaciones, el comité organizador emitió una declaración contundente.
El Comité Supremo para la Entrega y el Legado del País, afirmó que el pequeño emirato había implementado reformas significativas en el mercado laboral y agregó que todos los países, incluida Dinamarca, deberían centrarse en promover los derechos humanos.
Una respuesta tan estridente despertó la atención, ya que parece marcar un avance en la naturaleza, el tono y la velocidad de las comunicaciones que emiten los cataríes. Las autoridades claramente se han estado preparando para un intenso período de escrutinio y activismo en una de las Copas del Mundo más controvertidas de la historia.
En lo que respecta a logística, Catar ha estado ensayando, siendo sede de varios eventos masivos, incluida el Mundial de Clubes en 2019 y la Copa Árabe en 2021. Ambos torneos se llevaron a cabo sin incidentes importantes. Pero un evento de prueba reciente en el estadio Lusail Iconic, fue menos alentador, por la escasez de agua, aire acondicionado defectuoso y la necesidad de caminatas de hasta una hora para llegar al estadio bajo un calor de 35 ℃.
Si bien estos obstáculos son superables antes del acto inaugural, hay poco margen de error en la celebración de eventos deportivos de esta naturaleza en la región. Apenas en marzo, el Gran Premio de F1 en Arabia Saudí estuvo a punto de cancelarse tras un ataque con drones hutíes, mientras que en mayo, problemas de gestión de multitudes causaron graves problemas en la final de la UEFA Champions League en Francia.
Para un país con una población de 3 millones, un desafío mayor será simplemente el volumen de visitantes, que se estiman en más de 1.2 millones durante el período de noviembre a diciembre, que pondrá a prueba la resiliencia de la infraestructura, incluidas las carreteras, el transporte público, el suministro de agua y la capacidad del alcantarillado.
A los trabajadores inmigrantes se les ha solicitado que se vayan de Qatar y regresen una vez que termine el torneo. Mientras a los trabajadores del gobierno se les pidió que laboren desde casa y las escuelas, colegios y universidades están cerrados.
Que muchos de ellos no puedan pagar las entradas para los partidos no preocupa a las autoridades cataríes. Sus 12 años de planificación para el mundial se han centrado en las ambiciones de construcción nacional, proyectar un poder sereno y cambiar las percepciones internacionales.
A medida que se avanza con los preparativos finales, no falta mucho para que el gobierno de Doha evalúe si su multimillonaria apuesta de imagen global, ha valido la pena.