Benjamín Franklin solía referirse al cargo de vicepresidente de los EUA, como “Su superflua excelencia”, lo cual revela el posicionamiento que a lo largo de los años ha tenido esa oficina en la esfera política americana. Nelson Rockefeller, vicepresidente de Gerald Ford de 1974 a 1977, sobre el tema se expresaba así: “Voy a funerales y voy a terremotos”.
Por su parte, Woodrow Wilson, el presidente vigésimo octavo, (vamos en el 46) definió el puesto como cataléptico…” No puede hablar, no puede moverse ni sentir dolor, es perfectamente consciente de lo que pasa, pero no participa en ello”.
Hasta el momento, estimado lector de Merca2.0 usted muy bien pudiera decir que este cargo, dicho, en una palabra, es … decorativo, cuando en los hechos, debería de ser el hombre o mujer, el asesor más cercano al comandante del Salón Oval.
La gran reflexión se presenta ahora pensando … ¿Qué tan necesario es tener en una República Democrática Presidencialista una figura así?
A unos metros de la oficina de Joe Biden, despacha Kamala Harris, la primera mujer afroamericana en ocupar el cargo de vicepresidenta y hoy a casi un año de distancia de su juramento frente al Capitolio, no parece tenerlas todas consigo.
La actual crisis de imagen que enfrenta Kamala la ha llevado a un lastimoso porcentaje del 40% de popularidad a decir de Rear Clear Politics, en tanto su jefe, mantiene un nada cómodo 42%. Ante tales números las alertas en el partido demócrata se han encendido de cara a las elecciones intermedias del 2022 y ante la real amenaza política del regreso al poder de Donald Trump.
¿Qué lleva a un político a perder el respaldo popular? En el caso de Kamala Harris, el encargo presidencial para resolver el tema de inmigración, asunto por demás complicado, le ha restado puntos ante el electorado y más aún la forma en que ha comunicado los objetivos de esta política pública. Decir 4 palabras…” No vengan a USA”, no fue algo muy apropiado ni políticamente correcto.
Sus críticos le han espetado en su cara que no bastó con acudir a la frontera sur y visitar a sus vecinos para lograr un acuerdo, (ambas actividades las realizó Kamala sin mucha fortuna) teniendo que recurrir al apoyo de Biden quien acordó de manera directa con su homólogo mexicano, las bases de la negociación, llamada “Quédate en México”, que hasta ahora ha detenido con mayor decisión el flujo centroamericanos hacia USA.
Para alguien que ha sido mencionada para suceder a Biden en el 2024, las aguas no parecen muy tranquilas en el embravecido mar de la política que requiere tener un capitán que retome el orden geopolítico después de la pandemia y ante el retiro de una gran aliada de los Estados Unidos, Ángela Merkel.
A Al Gore, vicepresidente de William Clinton, le llevó dos años encontrar su posicionamiento y el issue, que le dio fama y un espacio global al impulsar la política del cambio climático. Gore, es ahora la voz junto con la de otros activistas, como Greta Thunberg, la que habla con autoridad al respecto.
En un documentado artículo sobre este tema, firmado por Amanda Mars, Larry Sabato, director del Centro de Políticas de la Universidad de Virginia, señala que las que son pioneras en algo y que rompen algún techo de cristal, cargan con el peso especial de demostrar que valen para el cargo… ¿es injusto esto…? La respuesta es NO. En política nada lo es.
Nos encontraremos más adelante.