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En Indonesia, cerca de 230 mil personas han resultado infectadas por la COVID-19, con más de nueve mil 100 muertos
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Ante estas cifras, el Ministerio de Salud del país pasó desde julio el mandato para hacer obligatorios los cubrebocas
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Según Worldometers, México tiene más de medio millón de casos acumulados, con 71 mil muertes; pero no tiene una regulación similar
Una de las mejores formas de evitar la transmisión de COVID-19 entre la población es el uso de cubrebocas. Cierto, no es un método infalible, pero si es un factor crucial si el mundo tiene la esperanza de regresar a una especie de normalidad. Sin embargo, hay muchos individuos que se rehúsan, por una razón u otra, a portar estas protecciones. De hecho, este ha sido uno de los grandes dolores de cabeza que han afectado a los gobiernos de casi todo el planeta.
Sin embargo, algunas órganos oficiales se han puesto demasiado “creativos” con este reto. De acuerdo con CNN, un grupo de trabajadores en un pueblo rural de Indonesia se han rehusado en repetidas ocasiones a portar cubrebocas. El gobierno local, como represalia, los ha puesto a cavar las tumbas de víctimas de la COVID-19. De acuerdo con las autoridades, el objetivo del ejercicio es generar empatía y fomentar el uso de este accesorio a través de la labor física.
Al menos tres hombres de mediana edad y cinco menores de edad han sido sometidos a este peculiar castigo. Desde hace tres meses que en Indonesia está prohibido por ley no portar un cubrebocas en público, para detener la expansión de la COVID-19. Sin embargo, el castigo más más apropiado para los infractores queda a decisión de las autoridades locales. En esta localidad rural, Cerme, se determinó que se tendría que pagar una multa o el “castigo social”.
Formas creativas de combatir la COVID-19
No solo en Indonesia las autoridades han tenido que enfrentarse a una reticencia entre la población a usar cubrebocas. En Nueva York, uno de los epicentros de la COVID-19 en todo Estados Unidos (EEUU) y el mundo, se pondrán multas y se expulsará a usuarios del metro que no sigan las reglas. Estrellas como Lady Gaga han tratado de usar su influencia para así promover el uso de estos accesorios. Incluso se ha planteado restringir el acceso al público.
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Hay que volver al caso de Indonesia. La idea de establecer una especie de castigo social, como una opción a una multa económica, ciertamente parece prometedora. La COVID-19 es un riesgo que una parte de la población todavía no logra entender del todo. Ser parte activa del proceso para lidiar con las consecuencias de esta pandemia es un mensaje bastante claro sobre la peligrosidad del virus. En teoría, debería ayudar a aumentar el seguimiento de reglas.
Sin embargo, el problema del fomento de las buenas prácticas de salud es que no siempre tienen los mejores resultados el acercamiento punitivo. La mayor parte de los expertos entre los especialistas médicos están de acuerdo que, incluida en esta crisis de COVID-19, es una mejor opción solo la educación y la concientización. De lo contrario, se puede generar todavía un mayor rechazo entre la población. Algo que sería aún peor con un castigo de tipo físico.
El problema del consumidor
Junto con el cubrebocas, muchos otros fenómenos han surgido a lo largo de esta crisis que podrían empeorar la situación de la COVID-19. Por ejemplo, se hizo muy popular en TikTok que la gente probara productos dentro de una tienda y los regresaran en plena cuarentena. Otros han puesto en riesgo a los empleados de establecimientos como Walmart. Esto ha contribuido a crear expectativas bastante oscuras en torno al número de muertes a futuro.
Los efectos de esta reticencia a seguir las mejores prácticas para minimizar el impacto de la COVID-19 es algo que está afectando más que el entorno médico. De acuerdo con Bloomberg es uno de los principales factores en la lenta recuperación de la economía. Fox Business, por su lado, afirma que ha causado molestia entre algunos expertos y líderes del mundo. Pero en datos de Slate, muchas de estas actitudes parten de un fenómeno cultural muy arraigado.