¿El motivo? Se negó a cantar narcocorridos en el Palenque de la Feria del Caballo en Texcoco. Lo que parecía una escena caótica más, escondía algo más profundo: el espectáculo ya no está solo en la música, sino en la cultura de la cancelación que la rodea.
La llamada cancel culture ha dejado de ser un fenómeno marginal para convertirse en una fuerza que moldea comportamientos, discursos y decisiones de consumo. Lo que nació como un acto de justicia social hoy se confunde con linchamientos digitales sin espacio para el contexto ni la reflexión.
Cuando un tuit puede ser sentencia
Las redes sociales actúan como aceleradores de juicios. Un comentario sacado de contexto puede hacerse viral en minutos, alimentado por algoritmos que premian la indignación. En ese ecosistema, la cancelación no espera explicaciones: exige consecuencias inmediatas.
Marketing en tiempos de hipersensibilidad
Hoy, las marcas caminan sobre una cuerda floja. La gestión de crisis reputacional ya no es opcional: la transparencia, la empatía y la rapidez son esenciales. Un error no gestionado puede traducirse en boicots, pérdida de confianza o incluso cancelaciones.
Además, ya no basta con evitar errores: las marcas deben ser culturalmente sensibles, auténticas y socialmente responsables. Lo que se dice —y lo que se calla— comunica tanto como el producto en sí.
Música bajo el escrutinio moral
La industria musical también vive su propio ajuste de cuentas. Letras que antes eran vistas como denuncia social hoy se consideran ofensivas. Artistas como Kanye West o Morgan Wallen han enfrentado consecuencias que redefinieron sus carreras. Incluso plataformas y festivales han optado por eliminar o censurar su presencia.
¿Y la libertad creativa? En casos como el de Conriquez, se plantea un dilema incómodo: ¿puede un artista decidir qué cantar sin miedo a ser castigado?
¿Y ahora qué?
La cancelación no desaparecerá, pero sí podemos aprender a navegarla. La autenticidad, la escucha activa y la responsabilidad ética son claves para marcas y creadores. No se trata de evitar errores a toda costa, sino de saber enfrentarlos con humanidad y coherencia.
En un mundo donde todo se graba, se comparte y se juzga en tiempo real, la pregunta ya no es si alguien será cancelado, sino cómo responderá cuando le toque. Porque al final, lo que realmente importa no es la caída, sino cómo —y con qué valores— se vuelve a levantar.
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Arturo Ortiz, CEO Birth Group
Y recuerda: buscar para encontrar y encontrar para seguir buscando.