En semanas pasadas, transcendió en diversos medios el gesto mostrado por KFC para una de sus empleadas que caminaba casi 9 kilómetros diarios para llegar a su trabajo en una sucursal de la cadena de comida rápida.

La historia tuvo lugar en Oregon, en donde la empleada identificada como Crystal Lachance trabajaba en un establecimiento de la marca fue sorprendida por su jefa, quien en secreto la nomina para el premio“Kentucky Fried Wises” reconocimiento que entrega la firma para motivar a aquellos empleados que van más allá de su trabajo diario.

Lachance es una madre soltera de un niño de 8 años quien, desde hace un año, caminaba 4.5 kilómetros para llegar al restaurante de pollo frito, distancia que se duplicaba al considerar el trayecto de regreso.

Este esfuerzo que a diario suponía un viaje de cerca de dos horas, fue lo que llevó a la jefa de esta empleada a nominarla a dicho reconocimiento, el cual le fue otorgado con un premio materializado en un camioneta y seis meses de seguro para el vehículo subsidiado por KFC.

La historia fue contada por la propia beneficiaria mediante su perfil de Facebook en donde diversos seguidores y fans agradecieron de manera explicita a la marca por el buen gesto, además de felicitar a la empresa por dicha iniciativa.

Una camioneta a cambio de una nueva influyee

Si bien lo hecho por la marca es un acción loable para reconocer el trabajo de los colaboradores que día a construyen la reputación de la marca en el primer frente, también se trata de una estrategia que busca sumar una nueva “influyee” para la marca, término que en los últimos meses ha ganado popularidad dentro de la disciplina del influencer marketing como una figura de gran peso para influir dentro de los públicos objetivo de las marcas.

Para entender la premisa, es necesario definir qué es un influyee, figura que surge ante las bajas en credibilidad que han registrado los influencers durante los últimos años.

De acuerdo con el Influencer Marketing Benchmark Report 2019, el 61 por ciento de los clientes potenciales han dejado de seguir a influencers al verlos demasiado comerciales.

Ante esto, las marcas han comenzado a formar -de diferentes maneras-, a sus empleados en los primeros embajadores, exigencia que demanda algo más que hacerles saber la filosofía o valores de la marca; las empresas han buscado conectar de una manera más profunda con sus plantilla para comprometerlas y llevarlas a ser voceros de valor para sus firmas comerciales.

Se trata de lo que se conoce como Social Employee Advocacy, arista que transforma a los empleados en influyees.

Más confianza en un empleado

Los números sobre confianza dan validez a esta corriente que comienza ha ganar relevancia. Basta con reconocer que, de acuerdo con el informe Edelman Trust Barometer 2019, el 53 por ciento de la audiencia cree más a un trabajador sobre la reputación de una marca, mientras que el 65 por ciento lo hace con el empleado técnico. En contraparte, sólo el 4 por ciento de los públicos confía en un influencer.

En este sentido, la buena acción de KFC se alinea a este objetivo. Reconocer a los empleados es el primer paso para convertir a los empleados en un verdadero ejército de influyees, que logren acercar a las marcas a audiencias que parecen escépticas a todo lo que supone un sistema, en donde las marcas y el consumo tienen un lugar especial.