Greenpeace reportó este lunes una masiva muerte de pingüinos en la Antártida, un fenómeno que se produce por segunda vez en los últimos 50 años.
El organismo señaló en un comunicado que “en un evento de crianza catastrófico, de una colonia de 40 mil pingüinos Adelaida, apenas dos crías lograron sobrevivir este año. Es la segunda devastación de este tipo en los últimos 50 años”.
Detalló que el descubrimiento fue realizado por científicos franceses en la isla Petrels, donde comprobaron la existencia de “miles de crías muertas y no nacidas en una zona conocida como ‘La tierra de Adelaida'”.
La coordinadora de Océanos de Greenpeace, Estefanía González, señaló que “es la segunda vez que se comprueba una mortandad de este tipo en los últimos 50 años y por eso es que diversas organizaciones medioambientales estamos reclamado una acción urgente para declarar la zona como un área marina protegida”.
Este fenómeno, añadió, correspondería a “evidentes impactos que está causando el cambio climático y el accionar del hombre, especialmente a través de la pesca y el aumento del turismo”.
Agregó que “desde Greenpeace estamos llamando para que se extienda una zona de protección marina en la zona. Por eso la relevancia de la próxima reunión de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos que sesiona en Australia la próxima semana”.
El último registro de muerte masiva de pingüinos se produjo en 2013, debido a la existencia récord de hielo, a lo que se sumó un episodio de lluvia sin precedentes.
“La presencia inusual de hielo significó entonces una traba adicional para los pingüinos, los que debieron sumar cerca de 100 kilómetros de recorrido para buscar alimentos para sus crías”, indicó Greenpeace.
La mortandad de este año se debe a las mismas razones del 2013, especialmente ligada a la gran cantidad de hielo extra que han debido sortear los pingüinos en búsqueda de alimento. Ese hielo extra proviene de una gran rotura que se produjo en 2010, cuando se desprendió y quedó a la deriva un iceberg gigantesco.
Un problema de consumo
Se estima que en el mundo se desechan cerca de 8 mil millones de kilogramos de plástico que terminan en el océano cada año. Más allá de las islas remotas, las corrientes oceánicas transportan trozos de plástico a otros lugares inesperados.
Los científicos informaron recientemente de la búsqueda de residuos plásticos “abundantes y generalizadas” en el Océano Ártico, un área que tiende a tener osos polares y las focas más que personas.
La basura de plástico es un peligro de asfixia para las aves y fauna marina. También se propaga a los productos químicos tóxicos en la cadena alimentaria, desde el plancton microscópico todo el camino a los seres humanos.
Más de 200 especies marinas son conocidas por estar en riesgo de comer plástico, y alrededor del 55 por ciento de las aves marinas del mundo.
WWF propone abrir una zona especial
Por su parte, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) solicitó la creación de un área marina protegida en la Antártida Oriental después de la muerte en masa de crías de una colonia de pingüinos.
“El riesgo de abrir esta área a la exploración de la pesca de krill”, mermaría la base alimenticia de los pingüinos Adelaida, mientras “intentan recuperarse de dos catastróficos fracasos reproductivos en cuatro años es impensable”, dijo el jefe de los programas polares de WWF, Rob Downie.
“Por eso CCAMLR necesita actuar con rapidez y adoptar una nueva área protegida marina en las aguas frente a las costas de Antártica Oriental para proteger el hogar de estos pingüinos”, señaló el activista.
La propuesta para la creación de esta área protegida marina en Antártica Oriental, liderada por Australia, Francia y la Unión Europea, ha estado en la mesa durante ocho años sin que se llegue a un acuerdo.
El océano Antártico alberga más de 10 mil especies únicas, entre ellas la mayoría de la comunidad mundial de pingüinos, ballenas, aves marinas, el calamar gigante y el bacalao austral, pescado que representa el objetivo principal de las compañías pesqueras que operan en la región.