• Cada año enferman 1 de cada 10 habitantes en el mundo por ingerir alimentos contaminados y mueren alrededor de 420 mil.

• Todos los años se pierden cerca de 110 mil millones de dólares en productividad en el sector a causa de los alimentos insalubres.

• Son más de 200 las enfermedades más comunes por la contaminación de alimentos que deben prevenirse desde las cadenas de producción.

Establecer procesos de sanidad y garantizar un estado de inocuidad alimentaria para el consumo humano ha sido uno de los principales desafíos del sector en los últimos años, pues se trata de una problemática que amenaza la salud pública y, por ende, repercute negativamente en la economía y el comercio internacional.

Expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han alertado en los últimos años por contaminantes en productos de consumo, los cuales llegan por medio de metales tóxicos, residuos de plaguicidas o fármacos de uso veterinario, virus, bacterias y micotoxinas.

Con eso en vista, el riesgo de contaminación en la cadena alimentaria agrícola, principalmente, no está exento, pues puede provenir de distintas fuentes y es casi imposible blindarse al 100 por ciento, ya que están rodeados de diversas posibles fuentes de contaminación directa e indirecta.

Contaminación alimentaria: una amenaza a la salud pública

La Guía Mundial de la Inocuidad de los Alimentos 2022, de la OMS, también desglosa los más de 200 padecimientos causados por comer alimentos contaminados con bacterias, virus o parásitos, siendo los microbios resistentes a los antimicrobianos los más comunes en la transmisión por cadena alimentaria, sobre todo por el contacto directo entre animales y personas o a través del medio ambiente.

En datos crudos de contaminación alimentaria, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) detalla que cerca de 700 mil personas mueren cada año por infecciones resistentes a los antimicrobianos causadas por esta problemática mundial; de once de las principales enfermedades parasitarias se presentan 48,4 millones de casos al año y, al menos, un 48 por ciento de ellos derivan de un origen alimentario.

Mientras tanto, menores de 5 años son los que soportan el 40 por ciento de la carga atribuible a este tipo de enfermedades, dando una mortalidad anual de 125 mil personas en este grupo de edad.

Estas cifras suponen una mayor responsabilidad para productores y distribuidores de alimentos, pues los accidentes locales pueden transformarse en emergencias sanitarias de alarma debido a la rapidez y el alcance de la distribución de los productos, generando brotes de enfermedades graves. Un ejemplo de ello ocurrió entre 2017 y 2018, cuando la contaminación de carne con Listeria monocytogenes, en Sudáfrica, dejó un saldo de 1,60 casos de listeriosis y 216 muertes, hecho que fue de relevancia mundial al darse a conocer que la causa provino de productos contaminados que habían sido exportados a 15 países de África, lo que hizo que se establecieran medidas internacionales para aplicar medidas de gestión de riesgos.

Otro caso más reciente, surgido en abril de este año, es el de la marca Ferrero, quien tuvo que retirar todo el producto de huevos Kinder que fue distribuido en supermercados y tiendas de alimentos de Europa y Argentina, por el hallazgo y contagio de salmonella en consumidores de hasta 4 años de edad. Este caso sonó a nivel mundial al ver cómo los dulces fueron sacados de la venta en Irlanda, Alemania, Suecia, Reino Unido y Francia, provocando una crisis de marca que al día de hoy fue solucionada.

La búsqueda de la inocuidad alimentaria

Los alimentos insalubres plantean desafíos para la industria alimentaria a escala mundial, ya que pueden poner en peligro la vida de millones de consumidores.

Y es que esta contaminación se puede generar en cualquiera de las etapas del proceso de la cadena de valor de la producción de alimentos, dejando la responsabilidad primaria al productor, tema que ha sido analizado por instituciones de salud mundiales que buscan proteger la integridad de todo un sector indispensable.

Por ello, en el Manual sobre las cinco claves para la inocuidad de los alimentos, de la OMS, se llama a buscar una responsabilidad trilateral entre empresas productoras, consumidores y gobiernos, donde se desencadenen acciones como:

• Mantener infraestructuras adecuadas a lo largo de toda la cadena alimentaria.
• Integrar la inocuidad alimentaria a políticas y protocolos de empresas relacionadas y apoyar con ellos en la comunicación o implementación de programas públicos que promuevan una sana nutrición y la seguridad alimentaria.
• Garantizar por parte de la industria que los alimentos producidos localmente sigan siendo inocuos al exportarse a otros países.
• Leer las etiquetas en los envases y familiarizarse con los peligros más comunes al manipular determinados ingredientes.
• Cultivar frutas y hortalizas basándose en protocolos de la OMS para disminuir la contaminación.

Dado que la urbanización ha fortalecido las economías nacionales, el comercio y el turismo, la seguridad alimentaria se ha convertido en un tema central en la demanda de una variedad de alimentos dentro de una cadena mundial cada vez más compleja.

Soluciones implementadas por la industria

Fabricantes encuentran soluciones amplias con la automatización en el proceso de higiene, siempre y cuando se desempeñen bajo los estándares del USDA y la FDA.  Un ejemplo de ello es Grupo Rosmar (SOR), que cuenta con un equipo de especialistas en todas las ramas de sanidad integral e innovadora.

De acuerdo con expertos en el sector alimentario, las Soluciones de Negocio Rosmar cuentan con la certificación ISO 9001:2018 para Sistemas de Gestión de Calidad, que les permite buscar beneficios comerciales con un amplio capital tecnológico y que, además de garantizar un retorno de inversión (ROI) a mediano plazo, se adapta a los enfoques de sanidad-inocuidad, producción, ingeniería y financieros de cada empresa, asegurando la sustentabilidad y calidad de sus productos. Para ello, algunas de las soluciones que brinda son:

• Sistemas de lavado por Alta Presión de agua HyPress. Maquinaria centralizada con estaciones independientes de agua caliente a presión y de espumación, con dosificador calibrado de químicos para los procesos de limpieza rigurosa.
• Sistemas CIPSys Belts. Sistema de limpieza de bandas transportadoras de alta presión que gracias a su difusor para el suministro de químicos logra realizar los procesos de limpieza y sanitización en plantas procesadoras de alimentos.
• Sistema de lavado especializado Tunel Washer Sys. Este tipo de lavador de cestas manual están diseñados para lavar, enjuagar y desinfectar. Está construido totalmente en acero inoxidable 304, con tablero de control electrónico y paneles laterales móviles para limpieza interna de esta.
• Sistemas de nebulización Tifón ApSys. Contar con un alto desempeño de nebulización durante la intervención directa de las líneas de producción en plantas procesadoras de alimentos, pues esto ayudará a mejorar la microbiología del producto y alargar su vida de anaquel.

Así, consolidar una base de acceso a la sana alimentación, en vías de una inocuidad alimentaria, será clave para mantener una economía circular con el aumento de la productividad y mercados de alimentos nacionales prósperos que promuevan un panorama de comercio exterior estable y reduzcan la presión en los sistemas de atención sanitaria.

Con 188 países más la Unión Europea negociando protocolos de inocuidad alimentaria, la ONU considera un camino favorable para los próximos cinco años en temas de calidad de producto y normas Codex Alimentarius, las cuales garantizan ya en regiones como México que la comida esté libre de contaminación y se pueda comercializar.

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