Por Alan Campos
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No cabe duda alguna que los deportes representan un gran negocio independientemente del lugar donde éstos se desarrollen (de lo contrario no tendríamos canales dedicados exclusivamente a su transmisión), siendo los Estados Unidos la nación donde se da el mayor consumo de esta actividad (hecho que sucede en prácticamente todas las industrias) y aunque una buena parte de este consumo se debe a las grandes estrategias de marketing que se realizan ahí, ciertas situaciones me hacen pensar que la mayor parte se debe al consumismo de los estadounidenses.
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La semana pasada aprovechaba este mismo espacio para ‘lamentar’ el pobre aprovechamiento comercial que existe en nuestro país del deporte colegial en comparación con el deporte de la NCAA, el cual es incluso capaz de rivalizar con ligas profesionales como la NFL, la NBA o la MLB; sin embargo, en los últimos días me he convencido que este aprovechamiento no se debe sólo a estrategias bien planeadas de marketing, sino también al comportamiento de una sociedad ávida del consumo deportivo.
Mi comentario en esta ocasión viene a raíz de la llegada de Jim Harbaugh, ex entrenador en jefe de los 49ers de San Francisco, a la Universidad de Michigan, hecho que creo (y sigue creando) una gran conmoción dentro de la institución educativa.
Una prueba de lo anterior fue lo acontecido previo al juego de basquetbol entre Michigan e Illinois (antes de que se diera a conocer la contratación de Harbaugh), cuyos boletos incrementaron su precio hasta en un 325.9 por ciento debido a un rumor que ubicaba al entrenador en las gradas durante dicho enfrentamiento.
Incluso algunas marcas decidieron aprovechar el regreso de Harbaugh a su alma mater para hacerse publicidad; tal es el caso de the Bank of Ann Arbor quien decidió colocar un espectacular de bienvenida para el entrenador a la entrada de la ciudad, ya ni hablar de la tienda oficial de la Universidad de Michigan, la cual no tardó en poner a la venta jerseys con el número utilizado por Harbaugh durante sus años como jugador colegial.
Además de los ejemplos anteriores existen otra gran cantidad de productos que se han originado de la llegada de Harbaugh a Michigan, como una línea de ropa inspirada en característica forma de vestir del entrenador o el cambio de nombre de la ciudad donde tiene su sede la institución educativa por el de Ann Arbaurgh (Ann Arbor).
Es evidente que cada una de las implementaciones anteriores lleva la palabra ‘marketing’ escrita en todas partes, algunas incluso de una manera bastante creativa; sin embargo, poco a poco comienzo a creer que el éxito del deporte como negocio (especialmente en los Estados Unidos) es cada vez menos un asunto de marketing y más un asunto de consumir por consumir.