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Las mujeres llevan incursionando en el mercado laboral al menos 60 años.
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México es uno de los países con una brecha salarial bastante amplia.
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La brecha salarial entre mujeres y hombres existe, a pesar de que la incursión de la mujer en el mundo laboral sea un hecho cobijado por la ley, relativamente reciente, con menos de 60 años. El avance parece notorio al verse cuando vemos la participación de mujeres en los diferentes sectores, pero la realidad es que sigue existiendo desproporción frente a las oportunidades que tienen los hombres.
Según el informe The Global Gender Gap Report 2021 publicado este 30 de marzo por el Foro Económico Mundial, Venezuela es el país latinoamericano donde la brecha salarial de género es más profunda. Este país refleja que los ingresos percibidos por las mujeres representan, en promedio, un 43 por cierto de los de los hombres.
En la gráfica anterior, obtenida del portal de estadística Statista, se maneja 1 como equivalente de equidad y 0 como inequidad. Podemos observar que ningún país de los seleccionados tienen igualdad salarial.
Ecuador es el país que registra uno de los mejores puntajes de la región mientras que México también es uno de los países peor calificados de Latinoamérica en cuanto a la brecha de ingresos entre los géneros, con un índice de 0.506.
Esto implica que las mujeres mexicanas que trabajan ganan apenas la mitad de los ingresos que, se estima, perciben los hombres en el país.
Según datos del Gobierno de México, las mujeres representan el 50 por ciento de la población del país pero no cuentan con las mismas oportunidades ni beneficios que los hombres en el ámbito social y laboral, viéndose reflejado en la remuneración que reciben por realizar el mismo trabajo que su contraparte masculina.
Dentro de las causas que posiblemente generan la brecha salarial se encuentran:
- La discriminación en el lugar de trabajo.
- La diferencia en los sectores laborales en los que históricamente se han desempeñado los hombres.
- La escasa participación de las mujeres en puestos de liderazgo y de alta dirección.
- La falta de políticas de conciliación de la vida personal y profesional.