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Kate, Sean y branding personal

Estos dos actores pusieron en la línea su reputación -en una industria en la que la reputación lo es todo - por alcanzar dos objetivos profesionales que consideraban clave.

En el año 2016 hay pocas cosas que escapen a la mercadotecnia, y Hollywood no es una de ellas, sino al contrario. La industria cinematográfica y de la farándula está compuesta por incontables hilos que construyen una red de relaciones, dinero, personas e historias en donde, como en tantos otros negocios, el branding personal es el pegamento.

La cascada de acontecimientos que ha caído encima de las audiencias en los últimos días, a partir de la captura de El Chapo Guzmán y la posterior publicación de la entrevista que le realizó Sean Penn por intermediación de Kate del Castillo, está alcanzando proporciones colosales, al grado de que se está volviendo difícil para la gente procesar tanta información: teorías de la conspiración, acusaciones, defensas, videos, abogados, etcétera.

De las ramificaciones de ese episodio, los mercadólogos, publicistas y comunicólogos podemos sacar muchas conclusiones, unas más favorables que otras, pero centrémonos en el hecho de que estos dos actores pusieron en la línea su reputación -en una industria en la que la reputación lo es todo – por alcanzar dos objetivos profesionales que consideraban clave. Penn deseaba añadir a su faceta como periodista una exclusiva de enorme calibre; Del Castillo quería producir la historia cinematográfica del gran capo de nuestros tiempos. Ambos lograron, gracias a sus respectivas trayectorias, el encuentro con el capo. ¿Cómo quedó su reputación después?

Penn: un fracaso autodeclarado

En el caso de Penn, una pista nos la puede dar la entrevista que le hizo a penas ayer el periodista Charlie Rose para la cadena CBS, en la que dijo: “Déjeme ser claro. Mi artículo ha fracasado”. Explicó que las reacciones que provocó su entrevista no son las que él hubiera esperado, y se refirió a que el gobierno mexicano está buscando la manera de inculparlo y ponerlo en riesgo, en lugar de reavivar el debate sobre las drogas y el narcotráfico. “lo que lamento es que toda la discusión sobre este artículo ignora su objetivo, que era intentar contribuir a esta discusión sobre la política de la guerra contra las drogas”.

El gremio periodístico y el bochorno

Es curioso que las críticas más duras a los actores provengan de un gremio periodístico que no ha dejado de atacarlos. Se sienten ultrajados, humillados por el hecho de que un actor que ni siquiera es mexicano se haya llevado la exclusiva de la década. Es verdad que no son todos, hay quienes le defienden, pero el peso de la prensa sobre la reputación de Penn ha comprometido cualquier nuevo intento por su parte para continuar con el oficio de Kapuscinski -quien por cierto, en términos formales, no era periodista, sino historiador.

Cabe preguntarse qué señal está dando al exterior el hecho de que nadie, ni un solo reportero, ni un sólo presentador de noticias, columnista o corresponsal haya conseguido lo que consiguieron Seann Penn y Kate del Castillo. ¿Era una misión imposible? ¿Era demasiado peligrosa? ¿Era muy difícil? pero sobre todo ¿debe el gremio pisotear y despreciar a quien realiza esfuerzos periodísticos en un país en donde la labor es más necesaria que nunca?

El propio Penn da algunas respuestas en su encuentro con Charlie Rose. “No somos más listos que la DEA o la inteligencia mexicana. Teníamos un contacto a través del cual pudimos gestionar una invitación”. ¿Imposible?

Kate del Castillo: la gran perdedora

La mujer clave de toda esta historia, la facilitadora, la intermediadora que hizo posible el encuentro con El Chapo se ha llevado la peor parte. Sobre su reputación ha caído el fango del desprecio de los medios y de su gobierno. La han tachado de criminal, de cómplice y han llegado al extremo de publicar los mensajes personales que intercambió con Guzmán, lo que ha dado pie a que la gente haga juicios sobre sus decisiones personales.

Sobre ella se elaboran los argumentos más peregrinos desde la subjetividad. Por ejemplo, el escritor Arturo Pérez-Reverte  -autor de la novela La Reina del Sur, en la que se basó la serie que Del Castillo protagonizaría en 2012 -aseguró al diario El País que “La del Chapo y Kate no es una historia de amor, sino de fascinación”.

Si el juicio popular sobre Penn es que aspiraba a ser periodista, la lógica diría que el juicio popular sobre Del Castillo debería ser que aspiraba a ser productora de cine, pero no, el veredicto es que la actriz quedó fascinada por El Chapo.

Quizá por ello, a diferencia de Penn, Del Castillo se ha limitado a decir por medio de su cuenta de Twitter que en algún punto contará su versión de la historia. Nada más, y nada menos.

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