Si algo caracteriza a los ingleses, es el uso de un protocolo para conducirse cuando de temas gubernamentales se trata. Todo en su entorno es ordenado y todo acción se conecta con el cuidado de las formas.
Este comportamiento data de mucho tiempo atrás y el máximo exponente de esta línea conductual es su monarca, la mismísima Reina Isabel ll.
El protocolo del Palacio de Buckingham es uno de los más estrictos y elaborados en el mundo. En un lugar tan tradicional era de esperarse que existan estas formas para dirigirse a la longeva Reina.
Veamos algunos ejemplos:
Se deben dirigir a ella como * su majestad*, hacer una reverencia, ser muy puntual en la cita, no hablarle a la reina a menos que ella se dirija a Ud. Primero y no tocarla.
Tal y como se aprecia, el protocolo en Palacio, se conduce bajo un guion.
El análisis de esta semana tiene como objetivo revisar el estilo de su Primer Ministro Boris Johnson, quién en las últimas semanas ha tenido serios tropiezos en sus eventos públicos y ha llevado a pensar a sus críticos y opositores si aún puede llevar las riendas del Reino Unido con propiedad. Este estilo destaca con el del palacio inglés que totalmente opuesto a quien la representa ante el mundo y hace gobierno en su nombre.
¨El primer ministro es el epítome de niño de familia que entró a la afamada escuela de Eton por la puerta grande y salió como si lo acabaran de centrifugar¨, suelen decir sus críticos.
Después de casi un siglo en busca de un nuevo Winston Churchill, el Reino Unido al final ha terminado por conseguir una especie de Donald Trump que tampoco se caracterizaba por utilizar refinadas formas.
El mismo Financial Times, se ha referido al *Estilo Boris*, con adjetivos tales como: Tiene un aspecto desastrado, descuidado e histriónico, sobrado de peso y corto en su habilidad para peinarse… además usa trajes que no son de su talla. ¿ Algo más que pueda añadirse a esta suma de desaciertos de nuestro personaje en cuestión?… decir algo más sobre el estilo de Boris Johnson, sería ensañarse demasiado.
Lo anterior, sería suficiente para motivar a sus asesores a proponerle un cambio en su imagen y formas de conducción, so pena de caer en picada en las encuestas y de tener más inconvenientes ante el micrófono al perder el guion del evento.
Es deseable para la carrera de este disruptivo político inglés que haga cambios (que le lleven más a parecerse a Churchill ) y recobrar así el estilo del afamado colegio Eton, que prefieren una buena parte de los ingleses , teniendo más posibilidades de vencer a sus opositores en el parlamento y convencer con más argumentos a los demás líderes mundiales.
¿Qué tenemos hasta el momento?
La conseja popular dice que…* el hábito no hace al monje*, sin embargo cuando se trata de dirigir un país, es indispensable dar una primera buena impresión.
Los resultados de un gobierno y la imagen de quien lo representa, son un poderoso binomio que debe trabajar siempre juntos.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.