Desde la misma campaña, Donald Trump viene advirtiendo que hará todo lo posible por impedir el ingreso de productos extranjeros para favorecer a la industria estadounidense. Lo hizo con el biodiesel argentino en agosto pasado y amenazó con hacerlo con todos los artículos llegados desde México.
En esta misma línea, este martes, un gran triunfo de Boeing, la fabricante de aviones con sede en Seattle, que logró que el gobierno de Trump arancele el ingreso de aviones marca Bombardier desde Canadá.
“El conflicto entre los fabricantes Boeing y Bombardier se ha saldado este martes con la propuesta del Departamento de Comercio de un arancel de 220% a las aeronaves de la compañía canadiense”, publicó El Economista.
Se trata de una respuesta a la denuncia de Boieng, que exigió que la Administración Trump hiciera algo respecto de lo que consideran dumping (subsidios gubernamentales) por parte de la canadiense Bombardier en sus modelos Serie C.
La decisión de la Comisión de Comercio Internacional, un brazo del Departamento de Comercio, habla de un arancel de 219,63% sobre la entrega de cada avión de 100 a 150 asientos proveniente de Canadá. Según el organismo, este porcentaje equivaldría al subsidio que recibirían estos productos por parte del gobierno canadiense.
El texto oficial, firmado por el secretario de Comercio Wilbur Ross, es desafiante:
Estados Unidos valora la relación con Canadá, pero incluso nuestros máximos aliados deben seguir las normas. La subvención de los bienes por los gobiernos extranjeros es algo que la Administración Trump toma muy en serio, y vamos a seguir para evaluar y verificar.
En respuesta, Bombardier calificó la decisión como “absurda”.
El origen
Todo comenzó con la venta de aviones canadienses a Delta Airlines. Boeing afirma que Bombardier vendió cada jet de la Serie C a Delta por US$ 19,6 millones, un precio extraordinariamente bajo y “disruptor del mercado” gracias a los subsidios canadienses, según Boeing.
Para Bombardier, “Boeing intenta evitar la competencia e impedir que las aerolíneas estadounidenses se beneficien del Serie C canadiense”.
Esta decisión tiene un impacto indirecto en Irlanda del Norte, donde Bombardier fabrica los Serie C. En efecto, en Belfast, 4.500 empleos dependen de la empresa canadiense. Incluso la primera ministra británica, Theresa May, había tratado de intervenir en la disputa, pidiendo a Trump que ayudara a proteger los empleos en Irlanda.
Cuando este miércoles May conoció la decisión del Departamento de Comercio de Estados Unidos, dijo estar “amargamente decepcionada”.
Por otra parte, marca un peligroso antecedente ya que de la simple denuncia de una empresa de los Estados Unidos y una rápida investigación gubernamental puede determinar la fijación de aranceles exorbitantes que hagan inviable la exportación de numerosos productos al país de Donald Trump.