El burnout es el código postal de los equipos de marketing y de las agencias. Aunque todos lo vivimos, no siempre el CLevel se atreve a admitirlo.
Innovación a Punto de Fuego
En la última década, las mentes más brillantes han sido arrastradas al caos del “always-on”, atrapadas entre la presión de los deadlines imposibles y el hambre insaciable de la industria por ser las más disruptivos en el mercado. Lo que solía ser un santuario de ideas frescas y experimentación se ha transformado en una especie de campo de batalla emocional. La creatividad que solía florecer en un ritmo acelerado pero manejable, hoy se ve asfixiada por un reloj que nunca se detiene.
El cóctel del burnout
¿Cómo llegamos a este punto? Fácil. Mezcla la expectativa de respuestas instantáneas, datos y más datos, el ruido interminable de las redes sociales y la obligación constante de innovar. Esa receta no solo nos mantiene despiertos, sino que además nos roba la esencia misma de las grandes ideas. Lo que antes era un proceso estresante pero a la vez disfrutable, ahora es una carrera de alta velocidad en la que, spoiler alert, estamos perdiendo.
La cultura del “always-on”
Hoy en día, desconectarse es un lujo que pocos pueden permitirse. Si no estás disponible en todo momento, parece que no estás comprometido. Las plataformas de comunicación instantánea, han creado la falsa ilusión de que ser productivo, sinónimo de estar siempre conectado. Pero, para los estrategas y creativos, la desconexión es vital. El cerebro necesita espacio para divagar, para equivocarse y para procesar sin excesiva presión. La ironía es que estamos más conectados que nunca, pero nuestra capacidad de idear muchas veces está agotada.
La tiranía de la innovación constante
“Innovar o morir” sigue siendo el mantra. Pero, seamos realistas, ¿cuántas ideas verdaderamente revolucionarias puedes tener al día? Esta obsesión por estar siempre en la cresta de la ola nos ha llevado a un ciclo interminable de lanzamientos apresurados y conceptos forzados. No hay espacio para respirar ni para equivocarse. Y si no hay espacio para errores, ¿cómo se espera que surja la innovación?
El dictador invisible: los datos
Los datos son importantes, claro, pero cuando todo lo que importa es el CTR, el ROI y los KPI, las ideas muchas vecesa quedan relegadas. Las decisiones basadas en datos nos han ayudado a optimizar campañas, pero también ha apagado la intuición. Al final del día, la innovación necesita espacio para fluir, no para ser cuestionada desde antes de empezar por gráficos de rendimiento.
¿Cómo se siente nuestro equipo?
Es casi una paradoja: trabajamos en industrias que fomentan la conexión emocional, pero fallamos al conectarnos con nosotros mismos. La salud mental sigue siendo un tema que solo sale a la luz cuando alguien renuncia o colapsa. La verdad es que estamos perdiendo talento porque la industria exige demasiado y no ofrece suficientes pausas.
La solución: ¿límites saludables y redefinir la innovación?
Quizás comienza con poner límites claros. Debemos dejar de glorificar la productividad tóxica y empezar a valorar el bienestar. Dar permiso para desconectar no debería ser visto como una debilidad, sino como una estrategia clave para preservar el talento a largo plazo. También es hora de replantear qué significa ser innovador. A veces, no se trata de lanzar algo nuevo, sino de hacer las cosas mejor que ayer y con más intención.
El burnout es un problema grande, de todos. Hasta ahora no he visto perfiles de puesto y oportunidades de trabajo que anuncien claramente que el talento debe de saber tolerar el burnout, qué es un requisito y se incluirá en las evaluaciones. Un gran tema para contratar, mantener y hacer crecer el talento.