Las backdoors, en resumen, son una forma de acceso secreto para saltar la seguridad de un dispositivo, y esto puede o no ser intencional, ya que en ocasiones, el software cuenta con vulnerabilidades no detectadas en su desarrollo que llegan hasta su fase final y que generalmente son reparadas mediante actualizaciones.

Sin embargo, en Nueva York una iniciativa de ley podría obligar, de ser aprobada, que todos los fabricantes de dispositivos móviles instalen puertas traseras con el fin de facilitar el acceso a la información personal de los usuarios, en caso de ser requerido por la policía u otras instituciones gubernamentales.

Esta polémica lleva meses no sólo es Estados Unidos, ya que los dispositivos móviles son parte fundamental de la comunicación entre personas, por lo que en el caso de investigaciones policiales, pueden resultar un instrumento de ayuda, no obstante, también representan un dilema ético respecto al derecho a la privacidad, además de que estas puertas traseras pueden ser aprovechadas no sólo por espías gubernamentales o policiacos, también pueden ser aprovechadas por hackers y piratas informáticos para robar información.

Empresas como Apple han asegurado que ni ellos mismos son capaces de desencriptar un iPhone, por lo que garantizan la privacidad de sus usuarios, y que además todos sus dispositivos están libres de backdoors.

Por su parte, otras marcas como BlackBerry, han decidido tomar el tema de la privacidad como eje fundamental de la filosofía de la marca y de sus campañas de marketing, motivo incluso que los ha llevado a salir de Pakistan, donde el gobierno solicitó instalación de puertas traseras a los dispositivos de la empresa canadiense.