-
En México, se confirmaron hasta ayer más de 730 mil casos positivos de COVID-19 en todo el país
-
Por otro lado, la cifra de muertes llega a más de 77 mil, lo cual representa una tasa de fallecimiento mayor al 10 por ciento
-
Sin embargo, como en otros países, se teme que exista una subestimación de los verdaderos números de la crisis sanitaria
La respuesta en contra de la pandemia de COVID-19 ha sido, en el mejor de los casos, algo controversial entre la población. Si bien no se tienen tantos infectados o muertos en números netos como otros países como India, Brasil o Estados Unidos (EEUU), sí es una cifra muy alta en ciertos análisis comparativos. Pero el Gobierno federal ha defendido férreamente todas las decisiones que se han tomado, asegurando que fueron las mejores para el contexto nacional.
Por supuesto, esto no significa que no haya habido errores. Y uno de los más graves parece estar en la forma en la que se han procesado decenas de miles de pruebas de COVID-19. En datos de El Financiero, la Secretaría de Salud afirmó que los resultados de de 93 mil 803 de estos test se han perdido o descartado. Lo anterior significa que, del total de los análisis que se han realizado desde el inicio de la pandemia, un cinco por ciento no tuvieron resultados.
Dicha información fue dada a conocer por José Luis Alomia, director de epidemiología de la institución, durante la conferencia de la noche del 30 de septiembre. Hay varias razones por las que las casi 100 mil pruebas de COVID-19 se perdieron o descartaron. Algunas jamás llegaron a los laboratorios de análisis desde las clínicas, mientras que otras no tuvieron una correcta refrigeración. Otras más simplemente tardaron mucho en procesarse para ser válidas.
¿Qué tan grave es esto para la situación de COVID-19 en México?
La cuestión de las pruebas en medio de la pandemia ha sido ampliamente discutido no solo en México, sino a escala global. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), no va a ser posible darle fin a la crisis de la COVID-19 sin que los países hagan análisis masivos. En esta misma lógica, varios equipos han tratado de desarrollar tecnologías para tener rápidas detecciones del virus. Algunas instituciones han desarrollado programas de medición internos.
Notas relacionadas
- Según la OMS, América Latina es el nuevo epicentro de la pandemia: ¿Qué pasará con México?
- Según Gatell el final de la epidemia en México era hoy, no se cumple y los negocios no ven para cuando
- Abren primer tienda COVID-19 en México, con todos los insumos contra la pandemia
Concretamente sobre las pruebas perdidas en México, no se puede decir que sea una total sorpresa. Si bien el número de 93 mil análisis de COVID-19 parece bastante alto, no es algo tan grande comparado con el total de muestras que se han tomado desde que comenzó esta pandemia. Además, no es un problema único del país. Ya en varias naciones se han detectado retos similares para darle seguimiento a los sondeos de esta enfermedad en una gran escala.
Sin embargo, se debe de reconocer que se trata de una revelación que contribuye a poner en jaque la forma en la que el Gobierno ha llevado su estrategia sobre la COVID-19 en México. De por sí, como ya se mencionó, hay muchas personas molestas con el tipo de medidas que se están tomando. El hecho que además haya fallas importantes en su propio sistema ayuda a generar todavía más dudas entre la población y sus críticos, lo cual afectará en la confianza.
Otros problemas en la lucha contra la pandemia
Además de fallas en los análisis para detectar enfermos de COVID-19, se han presentado más desafíos (en México y el mundo) en el combate contra la crisis sanitaria. Por ejemplo, algunas de las vacunas más prometedoras se han encontrado con efectos indeseables en la etapa final de pruebas antes de salir al mercado. Políticamente, varios dirigentes han tenido que lidiar con una crisis de confianza. A eso se debe sumar el constante reto que representan las fake news.
Los expertos también plantean otros desafíos en la pandemia de COVID-19. De acuerdo con ciertos estudios, se debe de lidiar con limitados recursos médicos en la amplia mayoría de los países, lo cual dificulta un tratamiento ideal a la población. Otros análisis aseguran que puede tener un efecto a largo plazo, bastante serio, en la salud mental de los más jóvenes. Y encima, en datos de CIO, también tiene efectos negativos en otras industrias, como la de tecnología.