De acuerdo con una investigación realizada por el profesor David Autor del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), las personas sin educación universitaria en ciudades de Estados Unidos se encuentran empleadas en trabajos sustancialmente menos calificados que hace 40 años. El estudio hace responsable a la automatización así como la globalización por eliminar puestos decentes de mediana calificación.
Mientras tanto, sostiene un artículo del Financial Times, jóvenes y padres de los mismos están preocupados de que un título universitario mediocre pueda generarles muchas deudas y un trabajo poco calificado.
No se trata de un temor fuera de lugar ya que un reciente informe refirió que el 15 por ciento de los estudiantes universitarios del Reino Unido acudían a una institución que tenía un impacto insignificante o negativo en sus ingresos a los 29 años. De tal forma que, indica el medio, el hecho de que los ricos acaparan las mejores oportunidades para sus hijos conduce al enojo y ansiedad, no solo de aquellos con escasos recursos, sino de los ricos también, es decir las diferencias que hay entre la gente acaudalada en su fortuna.
Bajo este contexto, el hecho de que algunos padres ricos en Estados Unidos se valieron de sobornos para asegurar un lugar para sus hijos en las universidades de élite, como Harvard, Yale o Stanford, provocó indignación entre la sociedad.
Derivado de lo anterior, se realizaron llamados para hacer que las admisiones a las universidades norteamericanas sean menos abiertas a la manipulación de los ricos, tanto por medios legales como ilegales. La tarea no será sencilla ya que el problema va más allá de asegurar que haya una lucha justa por estas oportunidades y es que el verdadero problema es la falta de oportunidades.
Por lo que no existe una solución única ante la escasez de ruta disponibles para los jóvenes que desean un futuro mejor, sin embargo, la lista de correcciones deberá incluir mejores escuelas públicas, accesos más asequibles a las instituciones de paga así como una variación menor en la calidad, que conduzcan a empleos decentes y un resurgimiento de la economía.