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Apple fue fundada el 1 de abril de 1976 por Steve Jobs, Steve Wozniak y Ronald Wayne en Cupertino, California.
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La capitalización de mercado de Apple supera los 2 billones de dólares, convirtiéndola en una de las empresas más valiosas del mundo.
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El iPhone, lanzado en 2007, se ha convertido en el producto más icónico de Apple, contribuyendo significativamente a sus ingresos y éxito global.
El constante avance tecnológico es un fenómeno que afecta a la vida útil de muchos dispositivos, y los teléfonos móviles no son ajenos a esto. En el caso de los dispositivos iOS, la llegada de iOS 18 en 2024 traerá consigo avances significativos en términos de software y funcionalidad. Sin embargo, también conllevará la obsolescencia de ciertos modelos de iPhone más antiguos.
Este proceso de obsolescencia es parte de la estrategia de Apple para impulsar a los usuarios a actualizar sus dispositivos a modelos más recientes. Al dejar de brindar actualizaciones de software para modelos más antiguos, Apple incentiva a sus usuarios a adquirir nuevos iPhones para mantenerse al día con las últimas características y mejoras de seguridad.
Es importante destacar que Apple generalmente ofrece soporte y actualizaciones de software durante un período de tiempo específico para cada modelo de iPhone. Esto significa que los modelos más antiguos eventualmente quedan fuera de la lista de dispositivos compatibles con las últimas versiones de iOS.
Si bien esta estrategia puede ser beneficiosa para Apple, ya que fomenta las ventas de nuevos dispositivos, también puede resultar en una mayor cantidad de dispositivos electrónicos obsoletos y desechados. Esto plantea preocupaciones medioambientales relacionadas con la gestión de residuos electrónicos y la sostenibilidad.
Según Statista, en 2020, se vendieron más de 196 millones de iPhones en todo el mundo. Esto representa una gran cantidad de dispositivos que, con el tiempo, se volverán obsoletos y requerirán eliminación o reciclaje adecuado.
Además de las preocupaciones medioambientales, la obsolescencia de dispositivos móviles también plantea desafíos de seguridad. Los dispositivos que no reciben actualizaciones de software están en mayor riesgo de vulnerabilidades y ataques cibernéticos, lo que podría poner en peligro la información personal y la privacidad de los usuarios.
La obsolescencia programada en dispositivos electrónicos es una práctica que ha existido durante décadas. En la industria de la tecnología, es común que los fabricantes lancen nuevos modelos de dispositivos móviles cada año, con características y capacidades mejoradas. A medida que estos dispositivos evolucionan, mantener actualizados los modelos más antiguos desde el punto de vista del software se convierte en un desafío.
Con la llegada de iOS 17 en 2023, varios modelos de iPhone dejaron de recibir actualizaciones, entre ellos el iPhone 8 y el iPhone X, que en su momento marcaron un hito en la historia de los dispositivos móviles. Esta tendencia no es exclusiva de Apple, ya que otros fabricantes de teléfonos también siguen prácticas similares. El abandono de actualizaciones para modelos más antiguos se justifica en parte porque las nuevas versiones de software a menudo requieren hardware más avanzado para funcionar de manera óptima.
El impacto de la obsolescencia programada va más allá de los consumidores que se ven obligados a actualizar sus dispositivos con regularidad. También tiene implicaciones medioambientales, ya que conduce a una mayor generación de desechos electrónicos. La gestión adecuada de estos residuos y la promoción de la sostenibilidad son cuestiones importantes en la actualidad.
Cabe destacar que la obsolescencia programada puede plantear problemas de seguridad. Los dispositivos más antiguos que dejan de recibir actualizaciones de software pueden volverse vulnerables a amenazas cibernéticas, lo que pone en riesgo la información y la privacidad de los usuarios.
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