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El libro The Cave narra cómo es que fue el verdadero rescate de los menores atrapados en una cueva de Tailandia
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La verdadera estrategia no se contó a los padres de familia ni a los medios de comunicación
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En el rescate sedaron a los menores de edad con tres tipos de relajantes
A mediados del año pasado la historia del equipo infantil tailandés atrapado en una cueva mantuvo al mundo interesado en su rescate, incluso, llamó tanto la atención que Elon Musk propuso participar en el rescate de los menores y el entrenador; asimismo, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino les extendió una invitación a la final de la Copa del Mundo, a la cual finalmente no asistieron.
En principio de cuentas se reveló que fue a través del buceo, la forma como pudieron salir del lugar sanos y salvos; sin embargo, el libro The Cave (La cueva) del británico Liam Cochrane, relata cómo fue en verdad la operación de rescate sin precedentes que permitió sacar con vida al equipo infantil.
Antecedentes.
El texto indica que cuando los socorristas los encontraron, los niños llevaban diez días atrapados. Durante ese lapso, las personas atrapadas no habían ingerido alimento alguno, un doctor y tres SEAL de las fuerzas especiales tailandesas, fueron los primeros en realizar contacto con los menores y el entrenador.
Con la situación crítica en la cueva por las constantes inundaciones que sufría el territorio, las operaciones de rescate se complicaron, en especial cuando uno de los buzos perdió la vida, motivo por el cual, las probabilidades de éxito eran prácticamente nulas.
Tanto a los padres de los menores como a los medios de comunicación se les informó que el equipo infantil sería enseñado a bucear; además de que cada uno de ellos estaría atado a una manguera de aire y nadaría con un buzo de rescate por delante y otro detrás.
Sin embargo, nada de eso era cierto.
Verdadero final.
El grupo de rescate llegó a la conclusión de que, para sacar a los niños de la cueva, había que sedarlos y ponerles mascarillas; el sedante una combinación de tres drogas: Xanax, para aliviar el miedo; ketamina, para dormirlos, y atropina, para reducir la saliva en su boca, con la cual podían ahogarse.
Una segunda inyección de ketamina la harían después de una hora con una jeringa precargada, para que la sedación durara las tres horas necesarias para hacer el recorrido hasta la salida.
No obstante había un serio inconveniente y es que si los niños se despertaban antes de tiempo, podrían poner su vida en peligro así como la de los rescatistas; además de que había un lapso de 30 segundos en la que los menores no respiraban.
En tanto, tampoco se sabían las reacciones de los menores ante los sedantes, puesto que habían pasado muchos días sin comer y sin descansar como se debía, aunado a una sobreexitación por el hecho de poder salir de aquel mal momento.
Luego de la exitosa operación en la que no hubo nada que lamentar, el mundo celebró el hecho, que en la realidad, corrió una serie de elevados riesgos para todos los implicados.