En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una herramienta que no solo transforma nuestras vidas cotidianas, sino que también plantea dilemas éticos y emocionales sin precedentes. Uno de los usos más fascinantes y controvertidos de la IA es la posibilidad de “revivir” a personas fallecidas, permitiendo a sus seres queridos interactuar con una versión digital de ellos. Este fenómeno, aunque parece sacado de la serie “Black Mirror”, ya es una realidad en nuestro presente digital.
Cómo funciona la IA en la creación de avatares digitales
La tecnología detrás de este proceso implica la recolección y análisis de vastas cantidades de datos personales de los fallecidos, incluyendo su voz, lenguaje corporal, expresiones faciales y hasta su forma de pensar, registrada en publicaciones en redes sociales, correos electrónicos y cualquier otro medio digital. Empresas como HereAfter AI y StoryFile están pioneras en este campo, ofreciendo servicios que crean “avatares de vida” a partir de grabaciones y entrevistas en vida. Estos avatares pueden responder preguntas, ofrecer consejos o simplemente compartir recuerdos, todo ello con la voz y el estilo de la persona fallecida.
El proceso comienza con la recopilación de datos. Por ejemplo, HereAfter AI permite a las personas grabar sus recuerdos y respuestas a preguntas específicas, que luego son utilizados para construir un chatbot interactivo. Este chatbot puede ser tan simple como un texto conversacional o tan avanzado como una réplica en video que imita las características físicas y vocales del individuo. La empresa Life’s Echo, mencionada recientemente en posts de X, toma este concepto aún más lejos al crear chatbots que replican la voz de la persona fallecida, permitiendo a los familiares escuchar y hablar con ellos después de su partida.
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El consuelo y los dilemas psicológicos de la IA
Desde un punto de vista psicológico, esta tecnología tiene el potencial de ofrecer consuelo en el proceso de duelo. La posibilidad de mantener conversaciones con un ser querido fallecido puede ser terapéutica para algunos, proporcionando una sensación de cercanía y continuidad. Sin embargo, no todos los expertos están de acuerdo. Hay preocupaciones sobre cómo esto podría interferir con el proceso natural de duelo, posiblemente prolongando el dolor o creando una dependencia emocional hacia una tecnología que no es más que una simulación avanzada.
Aspectos éticos y legales del uso de IA
Los aspectos éticos son igualmente complejos. El consentimiento es uno de los mayores puntos de debate. ¿Quién tiene el derecho de decidir si la personalidad digital de alguien se revive después de su muerte? La cuestión del consentimiento previo se complica cuando se trata de datos personales que, al morir la persona, quedan en un limbo legal y moral. Además, la privacidad y la seguridad de estos datos son cruciales, ya que la información recopilada para estos avatares es extremadamente personal y sensible.
Por otro lado, la industria de la “vida digital post-mortem” también enfrenta el desafío de la precisión y la autenticidad. La IA puede “alucinar”, es decir, generar respuestas que no reflejan fielmente la personalidad o los pensamientos del fallecido, lo cual podría llevar a malentendidos o a una representación sesgada de la persona. Este aspecto ha sido destacado por numerosos artículos en la web, donde se advierte sobre la necesidad de un diseño tecnológico que respete la dignidad de los fallecidos y la salud mental de los vivos.
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El futuro de la regulación en IA y su impacto en la memoria
En términos de regulación y ética, algunos países ya están comenzando a abordar estos temas. Por ejemplo, en Francia, se ha discutido el consentimiento de datos y la usurpación de identidad en el contexto de los “deadbots”. Sin embargo, a nivel global, la legislación aún está por detrás de la innovación tecnológica, dejando un campo abierto a abusos potenciales o a usos no éticos.
La tecnología de IA que permite “resucitar” a los muertos también plantea cuestiones sobre el legado digital. ¿Cómo se recordará a las personas en el futuro si sus voces y personalidades pueden ser replicadas indefinidamente? Este nuevo paradigma podría cambiar nuestra comprensión de la memoria y el legado, convirtiendo la muerte en algo menos definitivo en el ámbito digital.
En conclusión, la capacidad de la IA para revivir personas fallecidas es un testimonio de los avances tecnológicos, pero también un recordatorio de la necesidad de discutir y regular cómo estas herramientas se usan. Mientras que puede proporcionar un consuelo temporal, la sociedad debe enfrentar los complejos dilemas éticos, legales y psicológicos que esta tecnología trae consigo. La muerte, en el mundo digital, parece perder su finalidad, pero a qué costo para nuestra humanidad y ética, aún está por verse.