En un panorama en el que México ostenta una imagen poco favorable ante los ojos del mundo, provocada por temas como el alto nivel de inseguridad y violencia, el preocupante índice de corrupción (rubro en el que aparecemos siempre en los primeros lugares a nivel mundial) y una baja credibilidad de nuestras autoridades, entre otras cosas situaciones, es necesario un plan de acción que destaque nuestras bondades en el extranjero.
Frente a esta realidad, resulta fundamental la implementación de una estrategia enfocada en subrayar lo más valioso que podemos ofrecer como mexicanos, complemento, por supuesto, del desarrollo de políticas públicas que realmente generen cambios en nuestra realidad.
La exposición de nuestros diferenciadores positivos puede ser el mejor inicio para mejorar la percepción que el mundo tiene de México; y uno de los que tendrían mayor potencial es la artesanía mexicana, que además de ser un valioso activo que aporta al desarrollo de los grupos indígenas, a través del autoempleo y de la generación de plazas laborales para terceros, suma a la estrategia de atracción de inversiones y turismo.
La artesanía que se produce en México no sólo es ornamental, ya que los productores tienen la capacidad de confeccionar artículos de primera necesidad, como prendas de vestir y calzado, sin mencionar que, aunque pudiera ser sólo un adorno, es ampliamente admirada por los extranjeros.
De acuerdo con datos de Pro México, las artesanías mexicanas tienen una mayor demanda en países como España, Canadá, Estados Unidos, Colombia, Alemania, Italia, Australia entre otros.
Lamentablemente, la calidad y la originalidad de la artesanía nacional contrastan con su limitada proyección en el extranjero e incluso con la poca difusión y presencia en el mercado interno, pues no existe en México un programa sólido y permanente con el que se ayude a los artesanos a resolver sus principales necesidades.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estima que existen 8 millones de productores artesanales en México; sin embargo, no existen cifras que reflejen con certeza el panorama de los artesanos en nuestro país, pues el censo (realizado en 2012) contabiliza no sólo a los productores, sino a toda la cadena de intermediarios que se benefician con la producción.
La falta de políticas públicas efectivas para el desarrollo de los artesanos no permite que sus creaciones tengan mayor presencia en el extranjero. Cuando los artesanos mexicanos logran asistir a ferias de artesanías internacionales, gozan de gran éxito al grado de que consiguen vender toda su mercancía; el problema es que la mayoría de ellos no cuenta con la capacidad ni los conocimientos para exportar de forma continua a mercados que los demandan ampliamente.
Sin el apoyo gubernamental, los artesanos mexicanos han tenido que crear instituciones como la Unión Nacional de Productores Artesanales Coyolxauhqui, presidida por Socorro Oropeza, que no sólo tiene como misión gestionar apoyos para los artesanos, sino también brindan capacitación en temas de comercio y exportación, cursos de diseño y tendencias de moda, entre otros.
Además, la unión busca foros para que los artesanos puedan comercializar de manera directa sus productos, como la feria de artesanías Las Manos del Mundo, que este año se llevará a cabo del 3 al 6 de agosto en el World Trade Center de la Ciudad de México, con la que se consiguen espacios para nuestros artesanos en ferias del extranjero en un intercambio de espacios para artesanos internacionales.
Así, ya sea que se trate de esfuerzos públicos o privados, cualquier iniciativa que sume a la noble causa de evitar que desaparezca el oficio del artesano, debe ser apoyado por todos, pues abona a que nuestra imagen hacia el exterior resulte menos negativa.