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Esta explotación infantil permitiría a las marcas acceder a un recurso muy preciado
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Casi todas las empresas de tecnología lo usan para producir baterías de litio recargables
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La demanda también apunta que estos jóvenes apenas y reciben dos dólares por día de trabajo
En prácticamente todo el mundo y casi cualquier aspecto de su negocio, las compañías de tecnología más grandes del mundo están bajo asedio. Empresas como T-Mobile no pueden completar procesos de compra por la intervención de los gobiernos. Otras, como Amazon, no dejan de sentir la presión de los reguladores por presuntas prácticas monopólicas. En el sector de smartphones, al igual que muchos otros, la competencia está en su momento más duro.
Buena parte de estos problemas surgen directamente del gran rendimiento que experimenta esta industria. De acuerdo con Deloitte, hay una infinidad de posibilidades de crecimiento con la llegada de sistemas como Inteligencia Artificial (IA) y cloud computing. Schwab señala que, a pesar de los miedos por la guerra comercial, los consumidores incrementaron su gasto en este sector. Pero CompTIA apunta que, en 2020, el sector todavía tendrá un reto que superar.
Dicho agente apunta que, por años, la industria de la tecnología ha tenido que dominar un difícil equilibrio. No solo tiene que seguir buscando nuevos sistemas y proyectos innovadores. Además, debe vigilar muy de cerca los posibles efectos negativos que sus propuestas pueden traer al mundo a su alrededor. Lo anterior no habla exclusivamente de medio ambiente o sobre sustentabilidad. También tiene que ver con economías social y culturalmente responsables.
Una demanda por presunta explotación infantil golpea a varias marcas de tecnología
Todo el contexto anterior es relevante por el reporte que dio a conocer AP. La agencia apunta que muchas de las compañías más grandes y relevantes de tecnología en todo el mundo están siendo demandadas por International Rights Advocates. Según la organización, Apple, Tesla, Dell, Alphabet y Microsoft presuntamente estarían fomentando la explotación infantil. Esto, por sus tratos con varios proveedores de insumos en África que usan niños como mano de obra.
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Específicamente, la institución acusa a las marcas de tecnología de trabajar Zhejiang Huayou Cobalt y con Glencore, ambas con minas de cobalto en República del Congo. La demanda fue interpuesta a nombre de 13 familias, cuyos niños murieron o sufrieron graves heridas al extraer el mineral. Google, Apple y Dell respondieron a AP con sus respectivas declaraciones, donde apuntan que quieren evitar a toda costa la explotación infantil, una actividad “inaceptable”.
Crisis de marca comunal
No es la primera vez que una empresa de tecnología recibe una demanda por llevar a cabo presuntas prácticas de negocio reprochables. Una acusación similar se hizo en 2016, contra marcas como Apple, Samsung, Volkswagen y Microsoft. Hace unas cuantas semanas, una firma de publicidad digital reclamó a Google por causar su bancarrota. Y en septiembre, un conductor de Uber demandó a la plataforma por no querer considerarlo un empleado.
Hay dos elementos que resaltan de esta demanda en particular. Primero, que la acusación de explotación infantil no es cualquier cosa. Ésta es una de las actividades que provocan mayor rechazo de público y reguladores por igual entre los países occidentales. Lo peor es que se trata de un escándalo recurrente que se descubra que las empresas de tecnología, directa o indirectamente, están relacionadas a niños trabajadores. Pero hay otro factor muy interesante.
Esta demanda es una de las pocas ocasiones en las que las empresas de tecnología de hecho pueden defenderse y ejercer un cambio positivo en conjunto. Para ayudar a superar esta crisis, todos los acusados podrían abandonar a estos proveedores, una muestra grupal de acción. Al mismo tiempo, no dejaría de ser un movimiento arriesgado. Sería de cierta manera aceptar que los señalamientos de explotación infantil son más o menos ciertos.
Sin embargo, también demostraría al público, reguladores y organizaciones que están dispuestas a hacer lo necesario para hacer un cambio. Algo que podría impulsar de forma muy significativa la reputación de casi todas estas marcas de tecnología.