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Forever 21 explora alternativas de financiamiento para soportar complicaciones en sus finanzas.
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Los cambios de tendencias de consumo y el avance de los retailers nativos digitales están cambiando el negocio.
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Incluso los abanderados del fast fashion tienen problemas.
La recesión que afecta a algunos países, los temores por una guerra comercial extensa, los cambios en las tendencias de consumo y el avance de la venta online han generado el caldo de cultivo perfecto para que el retail tradicional esté en una situación terminal.
Marcas icónicas como Sears han tenido que declararse en bancarrota para tratar de sobrellevar una situación que, según los analistas, se resolverá de manera cruenta para muchos.
Los retailers especializados en ropa para adolescentes son uno de los sectores más afectados y se han vuelto particularmente vulnerables por la agitación. Varios de ellos se han declarado en quiebra en los últimos años en los Estados Unidos, como Aeropostale, Rue21 y American Apparel.
El gigante Forever 21 es otro de los complicados. Por su falta de liquidez, está buscando alternativas de financiamiento y no distingue posibles inversores: necesita sí o sí dinero fresco.
“La compañía está en conversaciones con la firma de capital privado Apollo Global Management para lograr financiamiento en caso de que se declare en bancarrota”, publicó CNBC este martes, explicando que la marca, una de las más relevantes del fast fashion, “lucha por mantener su negocio”.
Según Retail Metrics, las ganancias reportadas por los minoristas de prendas de vestir fueron malas en el primer trimestre de 2019, tan pobres como las de la gran recesión de la década pasada.
De acuerdo con los datos de la consultora, como grupo, los retailers de indumentaria vieron caer sus dividendos un 24 por ciento entre enero y marzo. La última vez que las ganancias de este conjunto se mostraron tan deficientes fue en el primer trimestre de 2008, cuando decrecieron un 40 por ciento.
Volviendo a Forever 21, las fuentes consultadas por la cadena estadounidense dijeron que por ahora la compañía no ha tomado una decisión, pero debe ser rápida dadas la grave realidad del sector.
Los puntos de venta de la mayoría de las marcas de la industria de la indumentaria, a la que pertenece Forever 21, están ubicados en centros comerciales, que son los lugares donde más ha caído el tráfico de compradores.
Estos retailers siguen pagando fortunas en alquileres de los locales, pero con menores ventas y costos más elevados, una ecuación que no se puede mantener por mucho tiempo.
A esto hay que sumarle que necesitan invertir en tecnología para defenderse de la competencia de las nuevas marcas nativas digitales, como Lulus, por ejemplo.
Problemas en el corazón del fast fashion
La explosión de ventas de las tiendas basadas en la moda rápida o fast fashion (como Zara o H&M) está creciendo cada vez menos. Según Sanford Stein, especialista en tendencias minoristas, en los últimos meses se ha visto que el avance aparentemente imparable ya no es tal; o, al menos, está mutando.
Por un lado, están los problemas de acumulación de stock que sufren cadenas como H&M, que se ve obligada a realizar importantes descuentos, mayores a los que desde siempre tiene acostumbrados a sus consumidores.
La consecuencia de esto es una reducción en los beneficios.
Otra complicación para los gigantes del fast fashion es el surgimiento de una nueva generación de jugadores on line.
Marcas como ASOS, Boohoo y Misguided están sumando consumidores al reducir la logística de suministro publicitando agresivas ofertas en tan solo una semana.