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México e Italia son los países donde existe una mayor proporción de personas que no quieren la vacuna por miedo a efectos secundarios
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Al mismo tiempo, comparado con otros países, son pocos los mexicanos que en verdad creen que el fármaco no será efectivo
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En paralelo, la pandemia también ha hecho más popular el concepto de la telemedicina como una herramienta de atención a la salud
Hay dos problemas clave con la distribución de la vacuna anti-COVID en México y el resto del mundo. Primero, la logística de un plan de inmunización generalizado en poco más de un año ha probado ser una pesadilla. Más importante aún, sin embargo, es que una buena parte de la población se rehúsa a ponerse el fármaco. De acuerdo con un estudio de Doctoralia, el miedo a sufrir efectos secundarios devastadores es la principal razón entre quienes se rehúsan.
Al menos así ocurre en México. La plataforma de citas médicas hizo una encuesta a usuarios de la República, así como de Brasil, Italia, Polonia y España, para determinar su disposición a tomar la vacuna anti-COVID. Doctoralia encontró que apenas más de la mitad de la población encuestada está dispuesta a recibir el fármaco. En la República específicamente, solo 55 por ciento están de acuerdo en ser parte de la inmunización. Las razones varían de caso a caso.
Sin embargo, la más frecuente en México, entre el 63 por ciento de quienes no quieren recibir la vacuna, es que le temen a los efectos secundarios. Otro 20 por ciento afirmó que no cree que la sustancia sea efectiva. En el lado positivo, una mínima fracción declaró que no lo hará por razones políticas o religiosas. Entre quienes sí desean inmunizarse, mas de siete de cada 10 seguirán usando cubrebocas y gel sanitizante, así como practicando la sana distancia.
¿Hay que temerle a los efectos secundarios de la vacuna?
Como demuestra el estudio de Doctoralia, el miedo a la fórmula anti-COVID no es un miedo único de un país u otro. De acuerdo con MedicalXpress, incluso en países “de primer mundo” como Suecia hay muchas personas jóvenes que no desean tomar la vacuna. Esto, porque en la pandemia de la gripe porcina de 2009-2010, el fármaco provocó narcolepsia a los pacientes. Entonces decidieron que no repetirán la experiencia “a menos que sea algo de vida o muerte”.
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Lo cierto es que la vacuna contra la COVID-19 sí tendrá efectos secundarios en la mayoría de los casos. De acuerdo con DW, los pacientes pueden esperar hinchazón, irritación o dolor en la zona de la inyección. Fatiga, fiebre, dolores de cabeza y en las articulaciones también son comunes en este y otros fármacos preventivos. En casos extremos y raros, se ven reacciones alérgicas a ciertos componentes de la sustancia. Pero la probabilidad es bastante baja.
Al final, se trata de una cuestión de balancear riesgos. De acuerdo con Worldometers, en Nueva York hay una tasa de muerte por COVID-19 de una en cada 358 personas. En algunos países o regiones con sistemas de salud más presionados, podría ser superior. En cambio la vacuna, según el New York Times, solo una de cada 190 mil personas en Estados Unidos (EEUU) ha presentado una reacción alérgica. ¿Qué decisión es, entonces, la más arriesgada?
El otro riesgo de no vacunarse
Hay otra razón por lo que es crucial que la gente se aplique el fármaco anti-COVID lo antes posible: que surjan nuevas variantes de la enfermedad. Ya en Reino Unido se cuenta con una versión del virus que no solo se extiende más rápidamente, sino que también es más mortal que la original. Tal vez la tasa de mortalidad no es significativamente superior, pero sí hace más urgente aplicar la vacuna lo antes posible a la mayor cantidad de gente en todo el mundo.
También está el caso de Sudáfrica. Científicos del país aún están tratando de confirmar sus temores, pero hay señales que la variante de la COVID-19 que predomina allá sea mucho más resistente a ciertos tratamientos. Esto incluiría potencialmente a la vacuna que desarrollaron los laboratorios farmacéuticos. Entre menos gente esté protegida, más se reproducirá el virus. Y entre más se extienda, habrá más oportunidades de crear variantes mucho más peligrosas.