Cuando un empresario incipiente se encuentra en la etapa de desarrollo de su negocio, su principal preocupación está en lograr que éste se materialice. Ante ello, suele buscar asesoría para crear e implementar un sistema robusto desde el punto de vista financiero, operativo e incluso legal.
Sin embargo, al tener todas sus energías centradas en concretar un propósito en el presente, deja en segundo plano el futuro, y termina desarrollando un negocio que es funcional con la realidad actual, pero que no necesariamente va a ser la misma en el mediano y largo plazo.
El sector empresarial es uno de los más dinámicos y es bombardeado constantemente por múltiples tendencias que se gestan tanto de manera local como en otras economías. Como tendencia debemos entender a un conjunto de hechos sociales o patrones de comportamiento que se desvía de lo habitual y se adopta de manera paulatina. Éstas pueden iniciar en un colectivo y evolucionar a un contexto global hasta convertirse en hábito, lo que modifica drásticamente el entorno en el que originalmente iniciamos un negocio.
Por mucho tiempo, las empresas no identificaron la trascendencia de adaptarse a los cambios sociales, y esta postura fue determinante para que pudieran sobrevivir o terminaran desapareciendo.
Hoy en día, la gestión de tendencias es un tema que los empresarios tienen en mente una vez que se enfrentan a un cambio que repercute directamente en su forma de hacer negocio o, incluso, en la base de la compañía. Al no estar preparados, las acciones que se implementan no suelen ser las más asertivas o sirven para tapar un hueco temporal, no para generar una adaptación completa al cambio.
Pudiera pensarse que esta falta de concientización es consecuencia de la inexperiencia de un empresario incipiente, pero lo cierto es que también se presenta en empresas de gran tamaño y en sectores tanto tradicionales como innovadores.
Ante ello, es necesario que las empresas, sin importar si son micro, pequeñas, medianas o grandes, o que se desarrollen dentro de sectores con cambios menos dramáticos, no esperen a sentirse amenazados para acercarse a compañías especializadas que han desarrollado modelos que permiten identificar cómo es que está cambiando al mundo, ayudar a los líderes empresariales a identificar posibles riesgos para prevenirlos, u oportunidades que pueden potencializar su negocio.
Gestionar tendencias es gestionar con el mañana, porque el futuro traerá retos, desafíos, pero también crecimiento, y hoy ya existen mecanismos que pueden medir la trascendencia de cada uno de los cambios, que pueden ser influenciados por elementos sociales, de recursos humanos, de medio ambiente, de consumo, de innovación tecnológica e, incluso, normativos.
En el entorno en el que se muevan las compañías, existen dos caminos a seguir: esperar que el mercado vaya indicando la ruta y, tal vez, desaparecer en este proceso; o hacer una pausa, darnos un momento para revisar qué tendencias pueden tener una repercusión negativa o positiva para nuestra operación, y desarrollar estrategias que nos permitan hacerles frente.