La imagen pública del Presidente sigue siendo fuerte. Sin embargo, algunas incoherencias, los comentarios de imposición y decisiones sin sustento hechos por Urzúa en su carta de renuncia, comienzan a debilitar la “marca personal” del tabasqueño.
Una de las claves del marketing político es la comunicación integral, que, junto con el perfil del candidato, los beneficios para los votantes y los canales de promoción, constituyen los pilares fundamentales de toda estrategia de mercadotecnia orientada a influir en el comportamiento de los ciudadanos, en pro de una ideología o creencias específicas.
De acuerdo con investigadores de la escuela de negocios de la Universidad de las Américas, en Puebla, una buena comunicación integral debe garantizar que el público tiene acceso a un mensaje. Éste debe ser motivador y tener la forma y tono adecuados para coincidir con el idioma que hablan los ciudadanos.
Además, es necesario disponer de medios para enviar la comunicación y hacer que los mensajes se puedan traducir en beneficios para los oyentes. Por último, toda comunicación integral ha de incluir medición de resultados con el objetivo de hacerla más eficiente.
Tanto en la campaña electoral como desde que iniciara su mandato, el 1 de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador había logrado dominar todas estas técnicas comunicativas. Disponía de un mensaje claro, que conectaba con los electores, y desde su toma de posesión, se adueñó de la actualidad, marcando la pauta comunicativa a través de su mañanera, difundida por el mejor canal que existe hoy en día: Internet.
No obstante, en las últimas semanas, hemos visto cómo su estrategia comienza a tambalearse.
Varios acontecimientos como han sido las nueve renuncias al interior de su equipo en seis meses de gobierno, el mantenimiento de los altos índices de violencia en el país o los despidos masivos que ya afectan el dato de desempleo, sin mencionar un centenar de indicativos, han hecho mella en la credibilidad, coherencia y enfoque que proyectaba en la ciudadanía.
Cada vez son más los decepcionados y prueba de ello son los resultados de un sondeo realizado en Facebook, que esta semana presentó México Elige. De acuerdo con la encuesta, la popularidad del mandatario habría caído por debajo del 50 por ciento.
Otras encuentas muestran que AMLO ha perdido en entre diez y veinte puntos porcentuales, aunque sigue teniendo más de un 60 por ciento de aprobación de los ciudadanos.
Estos datos reflejan que la “imagen pública” del Presidente sigue siendo fuerte. Es decir, hay una percepción compartida por la mayoría de los ciudadanos y por lo tanto, una respuesta colectiva positiva hacia la posición y proyección de AMLO.
Sin embargo, algunas incoherencias mostradas en los últimos meses, aunado a comentarios como los que aparecen en la carta de renuncia del ahora exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, que apunta no sólo a discrepancias, sino también a imposiciones de funcionarios y decisiones sin sustento en materia económica; comienzan a debilitar la “marca personal” del tabasqueño.
Por tanto, una comunicación integral, con un mensaje claro y emotivo, lleno de credibilidad y coherencia en las acciones, enfocado en pro de la ciudadanía mexicana, sería el resultado de una estrategia de mercadotecnia política exitosa y a nuestra figura presidencial en este momento le está fallando.