Si bien la canasta básica es considerada como un indicador de bienestar mínimo poblacional, en términos de consumo también es importante tenerla en cuenta, dado que el aumento en los precios de este tipo de productos suele afectar las dinámicas del gasto de buena parte de la sociedad.

Al respecto, la Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informó este día que el costo total de ésta subió un 4.1 por ciento, al pasar de un promedio de mil 315.06 pesos (diciembre 2015) a los mil 369.67 pesos en diciembre del año pasado.

Desde la semana pasada, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) reportó que alimentos como la tortila, el frijol, el pollo, la carne, el azúcar y el limón han sido sujetos de aumentos en los últimos días.

En particular, el diario El Financiero reporta que en el caso de la tortilla se registran costos de hasta 16 pesos, cuando hasta el último día del año pasado se vendía en 12 pesos.

Asimismo, el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados señaló que productos como el chile jalapeño incrementaron su precio en 100 por ciento.

Especialistas afirman que esta situación se debe en buena medida al alza en los precios de los combustibles, así como en el costo de la electricidad para el sector industrial.

Profeco, sin embargo, advirtió a los comerciantes que no existe justificación para trasladar los mismos porcentajes de aumento al precio final de sus productos. Esto, afirma, se debe a que el uso de la gasolina o el gas representa tan solo una parte del costo de cualquier bien que se vende en el mercado.

A lo anterior también se debe agregar que el alza en la cotización del dólar estadounidense también influye en el costo final de muchos de los alimentos que se consumen diariamente en el país.

Tanto la Profeco como diversos medios de comunicación destacan que uno de los productos que han visto los mayores aumentos durante los últimos días son las frutas y verduras. En específico, los retailers del país suelen importar algunos de estos alimentos en gran cantidad con la intención de ofrecerlos a precios accesibles para sus clientes.

Del mismo modo, debido a que muchos de los insumos que llegan al país son cotizados en dólares, su precio final para el consumidor ha aumentado de forma inevitable.

Así, el aumento de precios de los alimentos comienza a hacerse realidad. Para desgracia de los sectores de población con bajo poder adquisitivo, esto traerá como consecuencia una aún menor capacidad de abastecer a sus familias día con día.

Para sectores medios y altos de consumo, también puede representar la necesidad de priorizar en gastos, lo cual terminará por repercutir en la venta de los bienes que no son indispensables para el grueso de la población del país.