Este final reunió más de 120 millones de votos según los conductores del programa y a más de tres mil personas reunidas a las afueras del foro. Este episodio marcó el fin de un programa de reality tv que duró poco más de dos meses. Pero, ¿Qué sucedió en el mundo en esos dos meses? ¿Qué sucedió en México durante sesenta días?
Los realities tanto en televisión abierta, en OTTs o en internet, se han convertido en un género prominente en los medios de comunicación masiva cautivando a las audiencias con sus narrativas sin guión y personajes atractivos. Si bien a menudo reciben críticas por su sensacionalismo y naturaleza voyeurista, es importante reconocer los efectos positivos e identificar los negativos que han tenido en la sociedad.
Por el lado positivo, los realities a menudo generan un gran revuelo y discusión en círculos sociales y comunidades en línea. Los espectadores participan en conversaciones, debates y experiencias compartidas, fomentando conexiones sociales desarrollando un sentido de comunidad. La Dra. Karen North, profesora de medios sociales digitales en la Universidad del Sur de California, destaca que “los programas de realidad pueden servir como catalizadores para la formación de comunidades unidas”. Según la revista Psychology Today, algunos beneficios que se han encontrado en los estudios de audiencias espectadoras de realities a menudo llevan a las personas a reflexionar sobre lo que podrían hacer en una situación similar, lo que puede ser un buen ejercicio de exploración de valores. Y es que estos programas de realidad muchas veces ponen a los concursantes en situaciones desafiantes, llevándolos al límite y mostrando su capacidad de resiliencia y resolución de problemas. Estos programas pueden inspirar a los espectadores al resaltar la importancia de la determinación, el trabajo en equipo y la perseverancia frente a la adversidad. Scott Fishman, crítico de televisión, afirma que “los programas de realidad tienen el potencial de motivar a los espectadores a superar sus propios obstáculos, enseñando valiosas lecciones de vida en el proceso”.
Por otro lado esta inmersión obsesiva que desatan estos programas, aunque pueden entretener y proporcionar una forma de escapismo, pueden alejarnos de los problemas reales que enfrenta el mundo. ¿Qué pasaría si la misma pasión e interés y hasta votos le pusiéramos a temas de inclusión y de impacto social? Los espectadores se alienan de los problemas reales que suceden en el mundo, creando una desconexión con la verdadera naturaleza de los desafíos sociales, políticos y ambientales que enfrentamos. Al estar inmersos en el entretenimiento de los programas de realidad, es fácil caer en una actitud de indiferencia hacia los problemas globales que requieren atención urgente. La exposición constante a narrativas fabricadas y trivialidades puede disminuir nuestra sensibilidad hacia asuntos importantes, como guerras, el calentamiento global, la economía y otras cuestiones que necesitan un cambio efectivo.
Necesitamos el escapismo sí, pero también necesitamos la misma pasión y atención ante temas de mayor importancia para nuestra realidad humana.
