Esto aún no ha acabado. El controvertido semáforo epidemiológico en México fluctúa entre amarillo y verde como indicativo de una mayor probabilidad de encontrar cama en un hospital y no como un reflejo de que la normalidad está aquí por lo que aprovecho para pedirles amables lectores, que se sigan cuidando. Lo que es un hecho es que habiendo pasado la ola de contagios uno, dos y tres (al menos) y de tener distintos niveles de restricción, parece que hoy estamos viendo una tenue luz al otro lado del túnel y la dinámica económica comienza a tener destellos de recuperación.
Además del claro dolor relacionado a las pérdidas humanas, al inicio del encierro comenzaron a observarse comportamientos comunes y ciertamente banales pero que nos identificaron a muchos de nosotros como pasar el día en shorts, dejarse crecer la barba o en el caso de las damas, permitirse no estar maquilladas todo el tiempo y nuestra sociedad intentó tomar ciertos atajos al para defender su normalidad y mantenerse conectado con sus seres queridos, su círculo social e incluso, no dejar caer el nivel de productividad en el trabajo y en la escuela.
Celebraciones virtuales, clases on line y múltiples webinars fueron la constante del 2020 y del inicio del 2021 y aunque nada suple la dinámica en persona, muchos aprovecharon para estudiar un diplomado o perfeccionar un idioma al tiempo que el regreso a las oficinas o a los colegios, así como la reapertura ordenada de los comercios, son los temas que protagonizan las conversaciones familiares. En esta vorágine de acontecimientos, sin embargo, muchos de los ejemplos que le describí probablemente se agolparon en su mente y seguro ustedes agregaron varios más, pero la gran interrogante es, ¿qué sigue?
Llevamos alrededor de año y medio tratando de “malabarear” las circunstancias e intentar hacer lo que podemos con las herramientas que tenemos, y el diseño de la nueva normalidad como se le llama, es responsabilidad de todos.
Por otro lado, hay actividades que no tuvieron descanso, entre ellas, la agricultura, y si bien esta importante actividad no estuvo ajena a los impactos de la pandemia, los agricultores “no se rajan”, siguen adelante y vencen obstáculos, hacen lo que tienen que hacer para salir adelante y ahí es donde se gestan nuevas historias.
Menos consumo, transportes detenidos, confinamiento y la ruptura de la cadena de suministro en combinación con “constantes” como el cambio climático y la inseguridad, se convierten en la tormenta perfecta para anticipar un escenario por demás complejo.
Cálculos de la FAO, reflejan que el impacto de esta repentina recesión es tan profundo, que hasta 132 millones de personas podrían haber pasado hambre en 2020, sumados a los 690 millones de personas que ya la padecían además de que el riesgo de una emergencia alimentaria mundial estuvo latente.
Beneficios colaterales
Sin falso optimismo, hay muchos aprendizajes e incluso beneficios dignos de ser analizados en este periodo intermedio entre el punto más alto de la crisis sanitaria y el proceso de retomar nuestra vida de manera un poco menos caótica. Permítame compartirle un poco de lo aprendido.
Priorización emergente: No cabe duda de que lo que estábamos haciendo antes de marzo del 2020 podría de un momento a otro, ser innecesario e inservible pues no se ajustaba a los requerimientos del repentino cambio que vivimos. Pasamos de los eventos en campo o los entrenamientos in situ a los seminarios virtuales y a las experiencias de marca a distancia.
Hicimos algo fundamental de manera muy veloz: elegir qué dejar de hacer, porque de manera natural las restricciones nos llevaron a decidir qué podríamos implementar sin saltarnos las reglas autoimpuestas que nos permitirían salvaguardar la salud de nuestros compañeros.
Reto Post-Covid #1: Mantener diligentemente la elección de los proyectos clave sin dar muchas vueltas a esa decisión.
Digitalización exprés: Ya es sabido que el mundo avanzó en unos meses el equivalente a lo que en 5 años hubiera evolucionado en circunstancias normales, sobre todo en ciertos subsegmentos de la digitalización, pero en realidad, los procesos internos de las organizaciones o los diferentes mercados, también sufrieron cambios radicales basados en un precepto que llevó a las compañías a ser exitosos o las desapareció: la velocidad de respuesta.
Aunque ciertos mercados se jactaban de ser altamente ágiles, en honor de la verdad, los tiempos de decisión que no están en nuestro control son los mas retadores como cuando una crisis climática se presenta, la competencia establece un nuevo ritmo o los clientes buscan nuevas alternativas. Quienes estamos relacionados en la agricultura, sabemos que esta industria tiene un alto nivel de impredecibilidad que la hace muy enriquecedora para incrementar nuestro potencial de respuesta.
Reto Post-Covid #2: Una alta velocidad de implementación en circunstancias regulares, debe ser un modelo de operación permanente.
Eficiencia en la crisis: Compartía con algunos de mis compañeros que la sensibilidad comercial es un músculo que sufrió cierta atrofia en este periodo pues no podemos estar donde quisiéramos: el campo. Sin embargo, es verdad que el entorno tecnológico y de comunicaciones virtuales facilitó la posibilidad para “visitar” muchos rincones del país con bajo costo y más eficiencia.
Sin pretender pensar que esa será la tónica del futuro, viene la etapa de los matices donde ni todo será presencial de un día para otro ni nos estaremos ausentando por mucho más tiempo, como en la gestión del cliente, los recorridos al campo, el home office o los entrenamientos presenciales. Ese modelo híbrido será parte de la regularidad al menos en este puente de transición.
Reto Post-Covid #3: Estar frente al cliente es fundamental, pero visitarlos virtualmente, no debe eliminarse por completo de nuestro kit de herramientas de gestión. Ya se rompió esa barrera.
Sembrando Reflexión
La aparición del Covid-19 fue una terrible sorpresa que como una ola nos arrastró y perdimos la noción del tiempo y el espacio sin tener el control de los acontecimientos o de sus repercusiones, pero hoy tenemos elementos suficientes para ponernos en el lugar del piloto y no solo retomar las cosas donde se quedaron, sino desaprender, eliminar los apegos y salir fortalecidos de esta crisis. ¿Cuál es su reflexión?
Los espero en este espacio la semana entrante, en @soyjuanbecerril en todas las redes y en el canal de YouTube HARTO contraste para seguir alimentando esta comunidad de conocimiento compartido porque ¿de qué nos sirve aprender y no comparar nuestras ideas o no abrirnos a quienes tienen otras ópticas?