Por: Camila González
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@GFCam
Coescrita con Daniela Mendoza
Cuando el plan parecía simplemente ir a una obra de teatro -“Agonía y éxtasis de Steve Jobs”- para fugarse un poco de la rutina y pasar el rato juntas, mi amiga Daniela y yo terminamos enredadas en una reflexión nada superficial que además de a nosotras dos, le compete a la humanidad de hoy, ¡a todos! Y acá les compartimos nuestra plática sobre la obra porque sin duda tiene todo que ver con la mercadotecnia y sus medios, no siempre dignos.
Después del aplauso de pie, al salir de la sala, sólo hubo silencio entre nosotras, aunque seguro la mente de cada una estaba revolucionada.
- ¿Y?
- Estoy impactada, triste y furiosa, incluso furiosa conmigo misma porque somos como títeres.
- Me imaginé que íbamos a ver la historia de Steve Jobs y al principio, cuando el actor empezó a hablar de los clichés tecnológicos y los geeks que se forman durante horas para comprar el último iPad, pensé que la obra iba a ser un caos, algo meramente descriptivo y cómico, una especie de stand up de lo pendejos que nos volvemos con los aparatos.
- Pero al final no es la historia de Jobs, sino la nuestra, la de unos seres manipulables por esa mercadotecnia que se convierte en religión, las cabezas de esas organizaciones sus dioses, y el consumismo nos envuelve como un credo y nos chupa el criterio.
- Y mira que yo admiraba a Jobs, no conocía su otra cara. Esta obra lleva a despertar la conciencia de los consumistas occidentales que nos dejamos persuadir por un “Made in China”.
- Sí, y sin lograr dimensionar lo que significa que algo sea “Made in China”…
- Hecho a mano, con cuáles manos, manos de quién, manos que están unidas a unos brazos, a un cuerpo, a una cabeza, a un hambre, a unos sueños…
- Es que el tema no es Jobs, yo conozco otro caso similar en el que Nike tuvo que pagar una multa por explotación infantil en la manufactura de sus tenis en China, Vietnam e Indonesia.
- Yo pensaba que era un mito eso de que el chino trabaja por su plato de arroz…
- ¿Y ahora qué piensas del genio de Jobs?¿Aún merece tu admiración?
- No sabría qué decirte, y lo importante no es si lo admiro o no, sino más bien la moraleja de la obra: que la mercadotecnia nos invita a creérnosla todita.
- Ahí es cuando tenemos que ponerle filtros a ese tipo de mercadotecnia, y siempre saber más y conocer más, ¡no puede ser que mis gadgets y yo seamos cómplices de tanta desigualdad!
- Pero sabes, Cami, aunque la obra nos dejó reflexionando, el paso a seguir es ser, neta, consumidoras responsables y hacer una mercadotecnia responsable.
- Sí, gracias a gente como Mike Daisey, el autor, que se atreve a denunciar en voz alta. Además, es fantástico cuando el teatro, o las artes en general, nos redimen de la realidad. Es que la realidad es muy dura, y las industrias de la comunicación y mercadológica también pueden ser trampas en las que caemos sin pensar.
- Lo maravilloso del teatro es entrar uno a la sala y salir distinto, transformado.
Si ya la vieron o cuando vayan a verla, cuéntenme su reflexión…