Las agendas electrónicas y las que intentan pasar la información a un smartphone desde el papel, no han tenido tanto éxito como la tradicional agenda en papel.
Sus características son básicas: espacio para datos, organización por medio de meses, días y horas, apartados mensuales, apartados personales, stickers y demás elementos decorativos.
Pero sus funciones van más allá, las agendas – en profundidad- son artículos que procuran el desarrollo saludable de una persona. Fungen como una extensión que asegura un recordatorio eficiente en papel, sin que dependa más allá de trasladarlo a todas partes, pero no requiere batería o algún tipo de conexión web que no en todas partes hay.
Sirve como un refugio ante el estrés que causa llevar una vida ajetreada porque brinda la seguridad necesaria de tener todo bajo control. Hoy sabemos que esta parte psicológica es trascendental en la productividad de las personas.
Utilizar una agenda común además promueve erradicar el uso excesivo del smartphone, y evitar fenómenos como la tecnofatiga: el cansancio mental causado por el exceso de información proveniente de la web, que deriva en la falta de concentración, agotamiento, dolores de cabeza y vista cansada. Así como la tecnoadicción, utilizar la tecnología en todo y durante mucho tiempo, dejando de lado todo en su vida.
“Las agendas son excelentes aliados para aportar equilibrio a la hora de organizar nuestro tiempo; y esta es una necesidad de la cual las marcas podrían beneficiarse, ayudando a sus clientes a encontrar este equilibrio y a organizarse mejor”, Viridiana Hernández, marketing PromoOpción.
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