Hay una frase en la esfera pública muy contundente que dice: “Quien decide renuncia”. De modo que la decisión de Joe Biden debe tomarse como tal, una determinación, que en efecto, tiene sus ásperas aristas, pero que es congruente con su oferta de campaña y consistente en el tiempo, dada su experiencia como diplomático de carrera. Me explico ahora.

“Quien decide renuncia” es una premisa que está en el manual de la gobernabilidad. Un líder político todos los días decide con base en la información que tiene, qué es lo mejor para sus gobernados. Recordemos que información es poder.

Solía decir un estimado amigo, gobernante en este país, que “las decisiones muchas veces las tomo en la soledad de mi despacho. Con nadie más”. Es este el trabajo fundamental de un verdadero líder. Determinar cuando decir SÍ y cuando decir NO a un proyecto, idea, sugerencia o crisis, asumiendo la decisión.

Y la decisión de Joe Biden, ya ha tenido sus consecuencias, se aprecia una baja en su popularidad y tal vez al Salón Oval han llegado una serie de llamadas de sus aliados pidiendo explicaciones, y esto amigos de Merca2.0, se le conoce como “El arte de gobernar”.

Joe Biden tiene sus probables razones para haber tomado esta decisión.

En mi opinión, la primera es que esta guerra ya estaba perdida, era insostenible mantenerla presupuestariamente hablando. La segunda, es que esta acción debió tomarse hace algunos años, en tiempos de Busch, Obama y tal vez con Trump, pero no lo hicieron, porque sabían que estarían perdiendo su capital político. Biden sí tomó la decisión y conoce los costos de la misma.

El análisis del caso entra ahora a la dimensión de las formas y el mensaje con el cual Biden explica su decisión.

Consideramos que tuvo que resaltar en su discurso, con más fuerza, que esta guerra no era ya deseada por los americanos y que el cabildeo con el gobierno afgano, debió tener más candados que garantizaran la seguridad de sus habitantes, particularmente las mujeres y las niñas.

Del mismo modo, la negociación de manera doméstica debió incorporar a los veteranos y jefes militares que participaron en Afganistán para conocer sus opiniones y atemperar sus ánimos una vez decidida la ruta a seguir.

Lo más urgente en la agenda de Joe Biden es convocar a una reunión de trabajo a sus aliados del Grupo de los 7 (G7) para dimensionar el caso y decidir, de manera colegiada, cuáles deben ser las salidas de esta crisis que ahora demanda la recepción de refugiados y la negociación con el gobierno Talibán que ha tomado el control del país.

Mantener el orden en el mundo tiene su precio. Decidir qué es lo mejor, tiene sus riesgos.

El gobierno americano tiene frentes abiertos con Al Shabab en Somalia, con Al Qaeda en la Península Arábiga y con Al Nusra en Siria y con el autodenominado Estado Islámico. “Estas amenazas merecen nuestra atención y nuestros recursos”, afirmó recientemente el presidente de los Estados Unidos de América.

Joe Biden demuestra que sabe tomar decisiones y está consciente que gobernar desgasta… pero también conoce, con su experiencia, que esto es parte del trabajo al frente del Salón Oval.
Habrá muchas opiniones que señalen que lo que se decidió fue un error pero solo aquél que contempla el bosque por completo, conoce el contexto de las cosas.

Nos encontraremos más adelante.