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Según The Explorer’s Passage, solamente es posible subir el Everest en mayo y una corta temporada en septiembre, debido al frío y el viento
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En total, las personas que quieren completar una expedición a la cima necesitan al menos tres meses disponibles, ida y vuelta
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A pesar que el número de personas que sube la montaña ha ido en aumento, aún el uno por ciento de la gente pierde la vida en el viaje
Aquellas personas que esperaban volver a practicar el turismo subiendo a la montaña más alta del mundo tendrán que trabajar un poco más para conseguir esa selfie. En datos de Reuters, las autoridades de China acaban de anunciar que se cancelará el resto de la temporada de primavera para subir el Everest. Lo anterior responde al miedo que una gran cantidad de gente en la montaña pudiera llevar a otro pico de infecciones por COVID-19 para el futuro próximo.
La noticias fueron dadas a conocer primero por la agencia de noticias china Xinhua. El medio citó una carta de la Administración General del Deporte en el país asiático. Cabe mencionar que ya desde el inicio de la primavera, las autoridades de Tíbet se habían vuelto mucho más estrictas en sus permisos para escalar el Everest. Esto, también a raíz de las preocupaciones por la COVID-19. En las pocas semanas que estuvo activa la temporada, dieron 21 licencias.
Cabe destacar que el lado tibetano del Everest no es la única forma de acceder a la cima de la montaña. Las autoridades de Nepal controlan la otra parte de la montaña. No solo eso, sino que han sido menos cuidadosas que China y Tíbet ante la posibilidad de causar infecciones por COVID-19. Según Reuters, ya han emitido más de 408 permisos para escalar entre abril y mayo. En respuesta, Pekín estableció líneas para separar las expediciones de ambos países.
¿Por qué el Everest es un riesgo de contagio?
Aunque parezca extraordinario que la montaña más grande del mundo pueda ser considerada un peligro para la situación de COVID-19, el problema era casi inevitable. A lo largo de los últimos años, cada vez más turistas se han decidido a escalar el Everest, volviéndola una zona relativamente congestionada. Según la Universidad de Washington, más de 500 personas se apuntan cada año para subir la montaña en primavera, cuando las condiciones son favorables.
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Lo anterior ha llevado a una seria congestión de visitantes en el Everest, como bien lo describe BBC. Al menos desde el 2012 empezaban a circular fotos virales de grandes filas de personas que esperaban pacientemente su turno, en largas filas, para subir al pico de la montaña. No solo eso, como el área del punto más alto es mínima, muchas veces la gente debe de esperar entre 20 minutos y hora y media para pasar. Algo que contribuye al riesgo inherente de la zona.
El problema es que la decisión de China de suspender las expediciones al Everest del lado de Tíbet el resto de la primavera no es por una precaución extrema. De acuerdo con CNN, ya hay varios casos registrados de infecciones por COVID-19 entre los montañistas que intentaron llegar a la cima este año. De hecho, solamente en el lado de Nepal, al menos 30 personas han sido evacuadas de la expedición. Todas ellas, tras someterse a una prueba, salieron positivas.
Golpe duro al turismo
Si ni en el Everest se puede estar a salvo del virus, no pinta muy bien para otras atracciones turísticas menos al aire libre y con significativamente más clientes en una zona. De hecho, algunas de estas preocupaciones ya podrían estar afectando a algunos destinos populares de escala internacional. Por ejemplo, las autoridades de Estados Unidos (EEUU) recientemente emitieron una alerta de viaje a México, no solo por la COVID-19 sino por el tema de seguridad.
Otros formatos de turismo, al contrario del caso del Everest, sí han podido prosperar a raíz de la COVID-19. Por ejemplo, se han empezado a registrar múltiples paquetes de viaje hacia los EEUU con la intención explícita de obtener una vacuna. Esto, a raíz que las autoridades de la Unión Americana han permitido distribuir dosis entre la población extranjera bajo condiciones específicas. Un permiso que creó una economía, en México, de más de 20 mil pesos por viaje.