Dado el comportamiento de los presupuestos publicitarios y de la fragmentación que ha propiciado el avance de los medios digitales, parece que no queda de otra a los grupos de medios que pensar en cobrar a sus lectores por el acceso a sus contenidos, aunque esto no resulta tan mala idea y te decimos por qué.
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Y es que en realidad siempre se ha pagado por el contenido, ya sea mediante la compra directa de un diario, revista o suscripción; también con publicidad o recientemente, con los datos personales, de modo que se debe tener la disposición de recibir una “razonable” cantidad de anuncios, lo que de nueva cuenta se coloca en la lógica de la promoción.
Sin embargo, el contenido de buena calidad, muy necesario para el progreso de toda sociedad, es tan costoso para su elaboración como muchos otros productos de calidad relativos a cualquier industria, en donde primordialmente por lo que se paga es por el talento humano.
Es verdad que hoy existen muchos diarios gratuitos y que la gran mayoría de los web sites en español son de libre acceso, pero nunca tendrán el mismo estatus que aporta leer un ensayo de Noam Chomsky en el New York Times, un reporte especial de Business Intelligence o simple y llanamente ser el suscriptor de un medio con reconocido prestigio.
Para contar con un parámetro, en países de economías europeas desarrolladas como Alemania y el Reino Unido, se han publicado encuestas en las que el público se encuentra dispuesto en pagar por información.
A lo anterior debe agregarse que el valor que en la actualidad pagan los mexicanos por sus diarios más caros, que son los del Grupo Reforma-El Norte, cuyo precio de portada es de $12.00 pesos, pues muestra que existe una brecha sobre la que se tiene que discutir en la industria, puesto que en Alemania, Der Spiegel cuesta €3.99 euros ($67.60 pesos); Le Monde en Francia, €2.00 euros ($33.88 pesos); The Guardian en el Reino Unido, £1.60 libras esterlinas ($34.19 pesos); El País en España, €1.30 euros ($22.02 pesos), y The New York Times en EUA, $2.50 dólares ($33.22 pesos).
Y por si esto no ha sido suficiente, las siguientes dos razones sustentan la idea de que en la actualidad nos cuestionemos sobre un modelo que permita al público contribuir con la salud financiera de los medios que consumen:
1. Se paga por calidad
Fred Durst, quien es el líder de la legendaria banda de nu metal, Limp Bizkit, durante una reciente entrevista difundida en el 96.9 de FM en la ciudad de México, declaró categórico que toda la música debería ser gratis, sin embargo, puntualizó que lamentablemente los músicos y la gente que los asiste deben contar con un ingreso para alimentar a sus familias.
Ante semejante realidad y situados lejos de la voracidad de toda industria, esta misma lógica es la que justifica el pago por acceso a información o entretenimiento, ya sea del cine, la televisión, la música o de la industria de medios en general, sean digitales o impresos.
Cuando un periodista, bloggero o escritor dispone de una pieza de contenido, es justo que se pague por el trabajo realizado, que además va en beneficio de la sociedad en su conjunto.
Además es una certeza que la calidad también demanda recursos, de manera que las mejores piezas de contenido, que no son necesariamente las ligadas a los grandes grupos de medios, tendrán mejor demanda, y al mismo tiempo, estos mismos consorcios deberán, ahora sí, preocuparse por atraer a sus filas a los mejores y más inteligentes productores de contenido.
2. Se paga por libertad
La manera en la que hoy se fondea el trabajo de muchos editores, periodistas y bloggeros, responde todavía en gran medida a la publicidad directa, de herramientas como las de Google, o por la venta de otros productos que van relacionados al contenido del que se trata.
No obstante, a causa de una mayor y creciente oferta de medios (fragmentación), los presupuestos publicitarios muestran dos comportamientos absolutamente contrarios: uno, las inversiones se concentran en los medios de mayor tráfico, o dos, se dispersan de modo que no hacen gran diferencia entre los distintos canales de comunicación.
Así, en un mundo ideal, los lectores o el público en general son el agente que en algún punto pueden hacer la diferencia para los medios, si es que esta misma audiencia hace conciencia respecto del beneficio que tiene pagar por el contenido, en donde por ejemplo, se le aporta al medio de mucha mayor libertad para engrosar la línea que separa al departamento de publicidad de editorial.
De igual modo, los productores de contenidos pueden contar con más recursos para destinarlos a la atención misma de su público y para hacerse del mejor talento, que redundaría en mejores piezas de información o entretenimiento.
Entonces, por donde se analice la situación, si eres productor de contenidos, resulta recomendable considerar la creación de productos de paga, y si eres lector, por supuesto que en este punto estarás convencido de que es hasta éticamente correcto pagar por el contenido al que tanto te gusta acceder.