Internacional.- La mayor parte de los mandatarios latinoamericanos optaron por el silencio ante el conflicto. Donald Trump confirmó que hará un muro y que hará que México lo pague y, salvo honrosas excepciones, ninguno dijo nada.
La decisión de Donald Trump de levantar un muro de más de 3.000 km en la frontera con México y de confirmar que hará que su vecino del sur lo pague (aparentemente con una tasa del 20% a los productos mexicanos) no “despertó” al resto de los presidentes de América latina.
“Apenas ha habido pronunciamientos por parte de Bolivia y Brasil y un comunicado de Unasur”, explica El Espectador en un análisis de Juan Sebastián Jiménez Herrera. Pero nada más.
Sólo hay que mencionar la honrosa excepción del presidente boliviano, Evo Morales, que en Twitter invitó a “los hermanos mexicanos a mirar más al sur; construir juntos unidad en base a nuestra identidad latinoamericana y caribeña”. También la de Rafael Correa, presidente de Ecuador, que en una entrevista con la Cadena Ser de España pidió “una postura regional, de defensa a la principal movilidad, que es la movilidad humana, la defensa de los derechos humanos, recordándole a los Estados Unidos que ellos han sido un país de migrantes”.
Brasil, en un tibio comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, sostuvo que ve “con preocupación la idea de la construcción de un muro para separar naciones hermanas de nuestro continente sin que haya consenso entre ambas”.
El resto, prácticamente no habló del tema y, si lo hizo, fue con tonos neutros y muy poco comprometidos.
“El resto de países, incluyendo a Colombia, al igual que la Organización de Estados Americanos (OEA), han permanecido en silencio, dejando a México solo. Incluso países como Venezuela, que en el pasado se han opuesto a Estados Unidos (…) Nicolás Maduro, durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), apenas hizo alusión a las ‘amenazas’ que hay contra la región”, dice el análisis de El Espectador.
Los casos más llamativos son los de los presidentes de Argentina, Uruguay, Colombia, Perú y Chile. Más que todo de estos tres últimos, que son importantes socios comerciales de México.
En Argentina, sólo en los medios
El gobierno de Mauricio Macri, en Argentina, ignoró por completo el tema, que fue portada de los diarios locales toda la semana pasada. Lo mismo pasó en Uruguay. Macri apoyó abiertamente a Hillary Clinton en la campaña, pero una vez conocido el triunfo de Trump, sólo mencionó que lo conoce como empresario porque jugó al golf y sus familias intentaron hacer negocios juntos.
Se inicia una nueva etapa en EEUU. Trabajemos juntos para profundizar nuestro vínculo buscando oportunidades para nuestros pueblos.
— Susana Malcorra (@SusanaMalcorra) 20 de enero de 2017
Si bien el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, en noviembre de 2016 dijo que un “muro de 3.000 kilómetros no hace mucho sentido”, desde que Trump tomó el poder y firmó las órdenes ejecutivas para levantar la barrera, no abrió la boca. “Sepulcral”, califica el diario colombiano al silencio de Kuczynski.
En Chile, Michele Bachelet tiene muchos problemas con los incendios forestales más grandes de la historia del país, pero tampoco hubo comunicados oficiales contundentes criticando el muro desde los responsables de su política exterior. Tampoco en Colombia ni en Paraguay se hicieron menciones.
Organismos internacionales
La OEA no emitió ningún comunicado y no se ha manifestado a través de su cuenta de Twitter. “Incluso países que no son de la región, como España, se han mostrado más preocupados que la OEA respecto a la crisis entre México y Estados Unidos”, dice El Espectador.
La devaluada Unasur, ya sin el peso específico de Dilma Rousseff, Cristina Kirchner y Hugo Chávez, fue más contundente a través de su secretario general de Unasur. El expresidente colombiano Ernesto Samper Pizano rechazó la decisión “desafiante, adoptada por el nuevo presidente de Estados Unidos, al imponer al pueblo mexicano la humillante obligación de pagar el aún más humillante muro que se pretende construir para separar físicamente los Estados Unidos y Canadá de México y América Latina”.