Esa misma pregunta me hago cada día. Si consideramos que el contenido es información útil y sólo eso, ¿Quién es dueño de contenido? Hoy en pleno siglo XXI vivimos la era del contenido, pertenecemos y estamos en medio de la anarquía del contenido y de la desinformación, pero ¿Por qué llegamos hasta aquí? En buena parte por culpa de las redes sociales y los medios tradicionales. Nadie es culpable en realidad, es una penitencia compartida y parte de nuestra evolución natural y de nuestra selección artificial como método de vida. Es nuestra naturaleza como humanos, unos luchan por hacer la vida más simple y pragmática y otros intentan complicarse la existencia en cada momento. Esto es imparable, impenetrable y también incontenible por naturaleza.
¿Será que todos hemos caído en la trampa de pensar que el contenido será nuestro salvador democrático para dar nuestros mensajes? Quizá no. Lo único que nos queda es filtrar, filtrar y quedarnos con lo más valioso y veraz que aparece en nuestro horizonte imaginario de la información , sólo aquellos que sean capaces de concentrar el contenido y filtrarlo adecuadamente adelantarán un paso y tendrán el poder que otorga el contenido. Las marcas por su parte, las que quieran mantenerse en el estilo de vida de sus clientes, sobrevivirán sólo si establecen un diálogo de contenido con sus compradores, algo así como un trueque: Yo te doy contenido a tu estilo de vida, tú me compras y me construyes con tu contenido. Sólo así prevalecerán en la mente de sus clientes. El contenido ahora es de todos y nos es de nadie. Los que lo administren mejor el tiempo que lo tengan, serán capaces de capitalizar el mejor beneficio de esto. Lo que sigue, es el dialogo de contenido o el contenido compartido.