Por Alvaro Rattinger
email [email protected]
twitter @varu28
En la eterna bĆŗsqueda de ganar participaciĆ³n de mercado las empresas han caĆdo en extremos irracionales. En tĆ©rminos de productos de consumo masivo la categorĆa de tecnologĆa es ejemplo, los smartphones son el epĆtome de los abusos en aparente innovaciĆ³n a cambio de quitar ventas al competidor. Samsung, Apple y muchos otros han caĆdo en la mejora gradual de prestaciones y la sobre promociĆ³n de beneficios marginales con el fin de convencer al consumidor de olvidar sus compras pasadas y anhelar las futuras.
No mentirĆ© en este texto, soy el primero en desear el gadget mĆ”s nuevo y brillante sin ninguna justificaciĆ³n racional; sin embargo, en el momento en que las empresas intercambian satisfacciĆ³n real por realizaciĆ³n percibida las cosas comienzan a desmejorar. Un neomaniaco āsegĆŗn Nassin Taleb, autor de Antifragilityā es una persona que favorece lo nuevo sobre lo viejo/antiguo. No es un tema menor para los que trabajamos en mercadotecnia, si nuestro consumidor es un obsesionado de lo nuevo tendremos que crear satisfactores de manera constante e infinita. Me parece que no es necesario dedicar muchas lĆneas para explicar que es un tema trascendental, basta decir que una base de consumidores que sĆ³lo busca lo nuevo tendrĆ” dos caracterĆsticas:
A. Cada innovaciĆ³n implicarĆ” mayor probabilidad de insatisfacciĆ³n
B. La empresa tendrĆ” que innovar de manera acelerada sin importar sus propios lĆmites.
Es decir, en la medida en que se innove o lance un nuevo producto el consumidor tendrĆ” la posibilidad de aceptar o rechazar las nuevas prestaciones, si las acepta exigirĆ” mayor placer en el siguiente cambio, en orden inverso la empresa tiende a ser menos innovadora conforme lance nuevas versiones ya que sus lĆmites cada vez estarĆ”n mĆ”s cercanos.
En pocas palabras, la curva de exigencia del consumidor en tĆ©rminos de innovaciĆ³n normalmente existe en proporciĆ³n inversa a las capacidades de mejora de la empresa. Esto es cierto para muchas industrias, pero en especial se hace evidente en tecnologĆa. Si se observa la industria de las panificadorasĀ veremos que un Pan de Caja ha tenido poca o nula innovaciĆ³n, si el consumidor espera que el producto cambie una vez al aƱo el mercado terminarĆa por extinguirse. En categorĆas que requieren inversiones iniciales mĆ”s altas el reto es mayor, que pasarĆa si los consumidores exigieran que el aviĆ³n en el que los lleva la aerolĆnea fuera nuevo cada 12 meses, sucederĆan dos cosas, primero la empresa quebrarĆa, segundo existirĆa una economĆa de segundo orden para aviones usados que causarĆa enormes desperdicios.
Las innovaciones y nuevas capacidades en los productos no implican de manera necesaria una mejorĆa en el bienestar de quien la compra. Esto es cierto en distintos ordenes del contrato social, ya sea consumidor-empresa o gobernado-gobernante. Los gobiernos a nivel mundial deben ser cautos y absorber tecnologĆa e innovaciĆ³n en la medida en que su eficacia y eficiencia sea probada.