Santiago, Chile.- No sé si en otros países sucede lo mismo que en Chile, pero no deja de llamarme la atención la cantidad de reuniones que se realizan a diario en todas las industrias. De tres personas con las que necesitas establecer un vínculo en un minuto determinado, es más que seguro que habrá dos en reunión. Y claro, si hablamos de trabajo en equipo, es lógico, pero éste lo conforman personas y ellas requieren tiempo para la acción individual.
Considerando el tema anterior, no es extraño que trabajemos más horas que otros países y a ratos tengamos una producción menor. El tiempo invertido en la formalidad de una reunión- espera, introducción, tema, pre-acuerdos, etc- tiende a disminuir el campo creativo y cuando se da varias veces al día, nos deja con la sensación de no haber hecho nada. Otra cosa es una reunión informal, un encuentro, una “casualidad”.
Sí, porque tomarse un café con un cliente o un colaborador o salir a caminar con él o ella, hablando de diversos temas a la vez, necesariamente nos llevará a tocar el ámbito de trabajo, pero el discurso será distinto. Una conversación distendida- fuera de la agencia u oficina- da rienda suelta a una actitud de creatividad que puede ser mucho más útil que otras instancias.
Una reunión informal sugiere varias situaciones que generan movimiento: cercanía, complicidad, libertad para decir lo que nos parece bien y lo que nos molesta, apertura para ideas que parecen “una locura”, aspiraciones personales y empresariales, análisis de la competencia sin tapujos, sensación de no estar trabajando sino que estar creando en conjunto y varios etcéteras entre los que se cuenta “establecer vínculos” que, en definitiva siempre será un buen socio a la hora de hacer una alianza de cualquier tipo.
Otro punto importante de las reuniones informales, por lo “casual” de la situación, por la distensión – y muchas veces el humor- es que la capacidad de escuchar, de ambas partes, aumenta. Entonces, el entendimiento es de “tú a tú” y no una lucha por traspasar la barrera del escritorio apostando a quien gana el juego.
El poder de las reuniones informales radica en la forma que, como pocas veces, privilegia el fondo. Piénsalo y no me creas, pruébalo.